Diferencias entre un estúpido y un idiota
La Brecha del Istmo
A la memoria de Enrique Perea Escobar, amigo y vecino del barrio San Jerónimo en Tehuantepec, víctima del 7S, y a su apreciable familia
OAXACA, Oax. 10 de septiembre de 2017.- Movimiento de tierra, telúrico o terremoto denotan la ruptura de una falla geológica o fricciones en los bordes de una placa tectónica que provocan sismos o temblores.
Una de las más estudiadas y mejor conocidas es la Falla de San Andrés, en California.
Pero hay otras, naturales y artificiales. Según se sabe, Oaxaca y el Istmo se ubican precisamente en una zona de alta frecuencia sísmica ocasionada por la Brecha de Guerrero y, con mucha energía acumulada, la Brecha del Istmo.
La primera es la causante de que aquel estado registre el 25% de la actividad sísmica en el país.
La segunda, menos analizada pero sí advertida por algunos geólogos, al parecer se ha pronunciado al provocar el 7S (7 de Septiembre) que lamentamos profundamente.
Al respecto, hay varias cosas que comentar.
Lo primero es que, sin demérito del desempeño de las instancias gubernamentales, en particular de la acción notoria del gobernador, Alejandro Murat y su comprometida esposa, Ivette Morán, hace falta mucho sistema y método en la respuesta.
Si bien la acción institucional no debe ni puede ser rebasada por la solidaridad social, aunque esta sea indispensable y aplaudible, tampoco debería ser manipulada con fines políticos.
De un lado, y aunque los mexicanos contamos con experiencia, planes de emergencia y de protección civil para casos de desastres naturales, y no obstante que las fuerzas armadas juegan un papel neutral destacado en auxilio a la población, se percibe su insuficiencia en términos cuantitativos y cualitativos.
Del otro, es denunciable la participación interesada y electoralmente motivada de diversos actores políticos, casi todos del partido gobernante en el estado y el ámbito federal.
Pasarse de listo, justo cuando el mismo dia, el 7S inició el proceso electoral federal y el tribunal electoral federal recién anuló los lineamientos de “cancha pareja” emitidos por el INE, revela baja calidad de algunos políticos que insisten en la promoción personalizada aprovechando cómodamente los recursos gubernamentales y el dolor ajeno. Execrable.
La urna lo cobrará.
Desde otro ángulo, si prever sigue siendo la mejor forma de gobernar y resolver, aquí se nota reacción ante la imprevisión, quizás rebasada por la magnitud del impacto telúrico, pero que no debería sorprendernos de tal forma cuando registramos historias recientes y signos tan premonitorios de esta clase de fenómenos en nuestra tierra.
Más aún, toda la actividad individual, colaboración vecinal y hasta casos épicos difundidos al infinito no deberán cubrir con un manto de imágenes coyunturales y emociones pasajeras el fondo dramático de los rezagos en estructura que padecen los estados sureños, Oaxaca
en particular.
Esta nueva crisis dolorosa en vidas y daños materiales debe re-motivar la demanda por resolver con mayor celeridad la otra brecha del Istmo, la del olvido, abandono y desatención
de años.
La brecha entre las promesas eternas y las realidades de infraestructura y atraso social, económico y político de siempre.
La brecha entre millones que viven al día y unos cuantos cientos o un puñado de miles que a diario gozan y desperdician, como si fueran a morir mañana, en la abundancia, el super-consumo y la banalidad.
La brecha del Istmo es la brecha de Oaxaca y también es la realidad de México. Cerrarla no es nada más un trabajo reparador post-sísmico sino un reclamo profundo de las capas tectónicas de la desigualdad, la pobreza, la injusticia y la indignidad.
La inteligencia de la previsión institucional del futuro, la acción colectiva y la fuerza milenaria de personas, pueblos y comunidades oaxaqueños deberán terminar por oponerse con mayor determinación a las réplicas de pasados y presentes telúricos de la condición humana mínima para vivir bien, y no apenas para resistir y remontar la adversidad.