Día 18. Genaro, víctima de la seguridad nacional de EU
El país encara retos formidables, propios de un tiempo de cambios profundos en todos los niveles de la gobernabilidad, complicados aún más por la persistencia de la pandemia.
En el nivel global, el litigio entre las grandes potencias, en particular Estados Unidos y China, obliga a mantener la alerta y a operar de manera estratégica y táctica los equilibrios de las relaciones entre regiones, naciones y fuerzas en puja por reubicarse en el escenario del porvenir.
En el nivel interestatal, la condición histórica estructural heredada y manifiesta en la intensa y difícil interacción con los Estados Unidos agrava la agenda de inversiones, comercial, migratoria, derechos humanos, democracia, desarrollo y mercados ilícitos, entre los más importantes.
En el ámbito nacional, los reajustes en el sistema de partidos con la irrupción de Morena y la desestabilización de la trilogía PAN-PRI-PRD, más la consiguiente reorientación de la estrategia de gobierno y su impacto en las reglas del juego político, presiona por momentos desmesuradamente al sistema electoral y sus actores principales.
En esta última esfera, los cambios institucionales que se reclaman deberán bajar al piso de la prudencia y considerar los valores, principios y compromisos democráticos de independencia, imparcialidad y eficacia al máximo posible, pues de otro modo la ingeniería judicial no sustenta la legitimidad del poder así calificado.
En el sistema de gobierno, además del diálogo abierto y coordinado entre los poderes políticos –ejecutivo y legislativo– urge una reordenación operativa eficiente al menos de las funciones vitales de la administración pública, sobre todo en seguridad, economía, salud y programas sociales, temas que en que se registran los más sentidos dolores de las y los mexicanos.
Los órganos de garantía y control, es decir los organismos constitucionales autónomos y el poder judicial deben redoblar sus esfuerzos combinados para garantizar los derechos, sobre todo los derechos sociales y de los sujetos colectivos sin demérito de los derechos individuales.
El gran desafío sigue siendo remontar el polígono mortal de la corrupción, irresponsabilidad, improductividad, desigualdad y pobreza.
El momento actual llama de nuevo a la conciencia, corresponsabilidad, participación y acción colectiva, a la vez que al liderazgo, la ética y la comunicación de calidad.
La convocatoria es para consolidar el estado constitucional, democratico, social, intercultural y multinivel de derecho. Sin ello, el porvenir podría ser peor: simplemente la selva.