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Consejo de la “caricatura”, Servil al Gobierno
OAXACA, Oax., 27 de septiembre de 2020.- Por fortuna en nuestra época disponemos de información abundante que facilita reflexionar en torno a los procesos de cambio social.
Lejos de la exhaustividad, estimo que en la lista de temas relevantes deben anotarse los siguientes.
En primer lugar está la 4a revolución industrial que a partir de 2009 ha acelerado el ingreso de la Humanidad en una nueva época histórica.
Esto conlleva múltiples implicaciones en todas las instituciones sociales, los países y las relaciones internacionales.
De la capacidad de adaptación a los cambios de la biotecnología, nuevas fuentes de energía y la digitalización depende mucho la posición a ocupar en el futuro.
En seguida, las dos tendencias clásicas de la historia social: la dominación y la emancipación continúan su enfrentamiento en los ejes de las sociedades y estados del Norte imperial frente al Sur colonizado y del Este reemergente frente al Oeste decadente.
Esa competencia se traduce en la defensa de la meta-burguesía global y sus ramificaciones regionales y nacionales de sus ventajas y barreras, de un lado, y la lucha de los subordinados, desposeídos y excluidos que pugnan por remontar dicha condición o al menos entablar un diálogo reconstructivo, del otro.
En tercer lugar, es claro que las principales amenazas y riesgos que encara la Humanidad pueden agudizarse.
Se trata del desequilibrio entre esperanza y temor, la lucha extrema por imponer un modelo de civilización, la pugna por el control y acceso a los recursos escasos, y las sempiternas guerras con armas sofisticadas y pandemias como la de Covid 19 que nos sigue diezmando.
A todo ello hay que sumar la debilidad de las culturas e instituciones jurídicas y políticas prevalecientes en diversos niveles sociales y políticos para contrarrestar la degradación.
Ni los estados nacionales o la comunidad internacional, y tampoco solo el sector público, el privado o el social pueden por sí solos ofrecer respuestas consistentes.
En cuarto sitio hay que considerar que entre las principales incertidumbres que enfrentamos se cuentan la forma que habrá de adquirir el modo de producción.
Para unos, habrá de prevalecer el modelo capitalista occidental, así sea corregido con garantías sociales efectivas como el mínimo vital y el acceso gratuito a bienes y servicios básicos.
Para otros, habrá que ensayar el modelo oriental chino, o bien alguna variante basada en las premisas del capitalismo social cuyos notorios resultados harían innecesario o menos protagónico el formato constitucional pluralista
Un quinto rubro radica, precisamente, en que la viabilidad de la democracia no está asegurada.
No solo está cuestionada la democracia formal o procedimental junto con el esquema de la democracia representativa que con frecuencia separa al pueblo del poder institucional..
También lo está, y quizás por lo mismo, su capacidad para distribuir y garantizar un efectivo control de ese poder y beneficios en favor de las mayorías sociales y el ejercicio de sus derechos fundamentales, individuales y colectivos.
Capturada por toda clase de poderes informales y salvajes, la democracia no sirve a la gente común que deja de creer en sus virtudes.
Esas brechas deben cerrarse mediante la maduración de los instrumentos de la propia democracia conforme con el arraigo de la cultura constitucional pluralista, intervenciones estratégicas para liberarla y la operación de sus salvaguardas incluida la justicia independiente e imparcial.
Un sexto tema es el de la tensión entre los principales movimientos sociales internacionales: por una parte, feminismo, comunalismo, diversidad y ecologismo y desarrollo sostenible; por la otra, sus contrarios: patriarcalismo, individualismo, homogeneidad y desarrollo depredador.
En diferentes tradiciones culturales, regiones y localidades esas tensiones se intensifican o se reeditan y no parecen hallar solución o conciliación posible.
Un tópico adicional es que los seis anteriores no deben apreciarse aislados de otros de orden nacional.
Ejemplifico con los Estados Unidos y México.
Allá la sociedad y sus líderes políticos habrán de decidir en sus próximas elecciones si continúan experimentando con una lógica de dominación excluyente o si giran a un nuevo esfuerzo de inclusión de sus propias contradicciones sociales, étnicas y culturales.
Acá tendremos que renovar o no el apoyo a la propuesta arriesgada de transformación histórica, ya sea radical o más bien reconstructiva de las mejores instituciones y prácticas del estado constitucional.
El siglo 21 nos depara esos y otros grandes retos.
Pensar en ellos y actuar en consecuencia es un derecho y un deber ciudadano.