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CIUDAD DE MÉXICO, 25 de octubre de 2016.- El investigador mexicano Antonio Porcayo Michelin, del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), y el norteamericano Todd Braje, de la Universidad Estatal de San Diego, California, comandaron la primera expedición arqueológica oficial a islas Coronado.
En este conjunto de cuatro ínsulas ubicadas a casi 16 kilómetros de Tijuana, se presumía que podía haber rastros de los primeros pobladores de América se informa en un comunicado.
Las recientes exploraciones por medio de recorridos de superficie intensivos confirman que se trata de un territorio de alto potencial arqueológico donde en menos de una semana registraron 30 sitios con vestigios posiblemente dejados por las primeras oleadas de humanos.
Luego de un desembarco lento, difícil y peligroso por las características del entorno, donde el oleaje es brioso y transitan fuertes corrientes marinas, entre el 13 y 18 de octubre pasado, el grupo de arqueólogos halló en las islas Coronado Norte y Coronado Sur, sobre la superficie del suelo, sin excavación, restos de herramientas de piedra que han definido como prehistóricas, principalmente tajadores y raspadores que debieron manufacturarse por medio de percusión bipolar, usando cantos rodados obtenidos en los acantilados que dan al mar.
También descubrieron campamentos a cielo abierto y tres profundos abrigos rocosos con desechos del consumo intensivo de moluscos, peces y mamíferos marinos. Las características de los artefactos y campamentos son comunes a grupos humanos antiguos.
Los vestigios materiales se han sumado a los datos históricos recabados previamente en los trabajos de campo. Porcayo explica que los cronistas españoles que inspeccionaron la isla en el siglo 16, no encontraron indígenas en el lugar. En 1542, por ejemplo, el explorador Juan Rodríguez Cabrillo las llamó islas Desiertas, por lo tanto el estudioso infiere que grupos humanos debieron habitar mucho tiempo atrás. Ahora siguen los análisis de laboratorio para confirmar la antigüedad de los vestigios.
El conjunto insular se integra de cuatro islas: Coronado Sur (3.2 kilómetros), donde está la única bahía de las islas llamada Puerto Cueva; Coronado Norte (800 metros), que no tiene bahía; Coronado Centro, un pico rocoso con una masa de cráteres, y Pilón de Azúcar, un peñasco habitado por aves. La expedición binacional recorrió por primera vez completas las islas Coronado Norte y Sur registrando sitios desconocidos para la arqueología.
Poco menos de una semana de trabajos de campo fue suficiente para corroborar lo que propone una investigación iniciada años atrás, cuando Antonio Porcayo, Todd Braje y Joseph McCain decidieron dar continuidad a diversos hallazgos registrados por un buzo de Ensenada, quien encontró morteros móviles a 20 metros de profundidad.
Asimismo, a las pesquisas de dos arqueólogos y un oceanógrafo norteamericanos que en el siglo 20 visitaron las islas y hallaron vestigios antiguos en dos de ellas: Malcolm Rogers en los años 30 halló dos sitios, uno en la isla Norte y otro en la Sur; Carl Hubbs exploró el de la isla Norte en los 50, y Darcy L. Ike, en 1979, hizo estudios alrededor de la casa del guardafaro en la isla Sur.
En los casos de los estadounidenses fueron trabajos muy limitados efectuados solamente en las puntas norte de ambas islas, por lo que el resto de su territorio seguía siendo desconocido desde el punto de vista arqueológico hasta el presente proyecto donde se recorrieron en su totalidad.
Según Porcayo, las islas Coronado se encuentran en el camino de una ruta migratoria seguida por los primeros humanos que llegaron al continente americano y que bajaron hacia el sur costeando la península de Baja California, desde el actual estado de California, en Estados Unidos, hasta Los Cabos, en Baja California Sur.
Los descubrimientos en otras ínsulas que rodean tierra peninsular en ese trayecto, como el conjunto Channel Islands, al norte de islas Coronado, e Isla Cedros, ubicada al sur de ésta, hablan de poblaciones muy antiguas, de hasta 11,000 años. De acuerdo con Porcayo, la arqueología tenía vacío un punto estratégico de estudio. Era necesario explorar sistemáticamente esta porción de tierra tan cercana a la ciudad de Tijuana.
A los datos arqueológicos e históricos, Porcayo sumó el hallazgo de un par de morteros móviles, localizados por el buzo Guadalupe Raya Ortíz, a 20 metros de la superficie del mar, en las inmediaciones de las islas Coronado, mientras colectaba abulón.
La primera expedición rebasó las expectativas porque lo que encontraron es un paraíso cronológico para desarrollar proyectos de investigación relacionados con el poblamiento del continente y cuestiones de navegación de antiguos indígenas, como los yumanos, dice Porcayo.
El arqueólogo del INAH informó que también descubrieron dos tiestos de cerámica yumana, que podría datar de alrededor de 1000 d.C. “Estas evidencias abren la posibilidad de que grupos indígenas llegaran a la isla en canoas”.
Destacó que hasta el momento no se tenían evidencias de que los yumanos navegaran en mar abierto por lo que el dato es importante y abre nuevas interrogantes a la arqueología de Baja California.
Pero los rastros de la historia en islas Coronado no se detuvieron en el periodo Prehistórico Tardío con la posible presencia yumana. El equipo de arqueólogos también registró vestigios del devenir de épocas recientes: los restos de los cimientos y estructura del Hotel Casino, en Puerto Cueva, construido en los años 30 del siglo 20, cuando isla Coronado Sur era el más famoso centro turístico de la región, esplendor que coincidió con la época de la Ley Seca de los Estados Unidos (1920-1933) que prohibía el consumo de alcohol; así como el faro y la casa del guardafaro, construidos en 1931, aún en pie. Ambos constituyen bello ejemplo del estilo arquitectónico art déco.