Ignacio Ovalle: ningún cargo público, pero sí protección
Miscelánea, salud y política
Una prensa libre puede ser buena o mala, pero sin libertad,
la prensa nunca será otra cosa que mala”: Albert Camus.
Hasta para los agnósticos, la Navidad crea una energía especial propicia para que crezcan los deseos de mayor entendimiento entre seres humanos, entre pueblos vecinos y distantes, y especialmente, entre hermanos que comparten raíces y un mismo territorio.
Pero en México, los buenos deseos de conservar y agrandar el poder público alcanzado, seguir manejando los recursos públicos sin rendir cuentas ni cumplir con las normas de transparencia, es compartido por una cofradía dispuesta a obedecer al jefe máximo instalado hoy en Palacio Nacional, y si quieren mantener privilegios deben aceptar sin chistar todo aquello que a ojos de muchos ciudadanos conscientes debería detenerse por el bien del país.
Lo anterior no es una elucubración de mala fe, Dios me libre.
Si volteamos a ver la reunión que el presidente Andrés Manuel López Obrador organizó para reconocer a los legisladores oficialistas, sus correligionarios y afines, a quienes agradeció su apoyo incondicional, fue organizada en Palacio Nacional, ¿sería con recursos públicos etiquetados de origen para gastos del presidente de la República? A ver si el INAI o el TRIFE nos informan. Evitemos que se haga normal el dispendio con fines proselitistas o preelectorales, trátese de quien se trate.
Según los cronistas del evento, asistieron felices y contentos solamente los diputados y senadores de Morena, del Verde y del Trabajo que votaron a favor del paquete electoral, junto con las tres corcholatas que quedan, mismas que pasaron a recibir trato privilegiado de «hermana Claudia» y «hermanos Marcelo y Adán Augusto».
Con la notoria ausencia del coordinador de los senadores de Morena, Ricardo Monreal, quien osó votar en conciencia, e hizo público que, como jurista, doctor en derecho, y maestro, no podía violar la Constitución, por lo que votó en contra de las leyes electorales secundarias.
Claro, no fue invitado al convite decembrino, es más fue vituperado con epítetos de traidor “amigos de mentira y enemigos de verdad”. Ánimo senador Monreal, no está fácil, pero más vale conservar la dignidad, quizá surjan otras opciones políticas.
A los demás, si retomamos los argumentos de un jurista, les valen los principios, con el pretexto de ser muy «leales» compitieron por arrumacos y sonrisas del jefe. Uno de ellos, el diputado Miguel Torruco Garza, hasta le llevó el cuadro de una foto ampliada de aquél mega mitin oficialista del 27 de noviembre, organizado también con becarios, pensionados, funcionarios y dirigentes de la 4T para celebrar el Cuarto Informe presidencial. Lo curioso es que el adulador no pagó los derechos al fotoperiodista Luis Antonio Rojas, y por tanto fue exhibido. Qué bárbaros.
Los tiempos políticos en México no son de paz, por el contrario, la confrontación azuzada desde Palacio genera crispación social, existen cada vez más razones para cuestionar las decisiones presidenciales inconstitucionales, como los afanes de demoler al INE a toda costa.
Para febrero próximo esperan los oficialistas consumar la reforma electoral a través de leyes secundarias, y entonces comenzará una batalla legal para rescatar al INE. Qué asi sea.
Tengamos presente que el objetivo de AMLO es evitar la alternancia político-electoral en 2024, aunque para ello estén sembrando la incertidumbre electoral, la incapacidad de organizar una contienda limpia. Lo del ahorro, sólo es un pretexto. Cuantiosos recursos públicos se usan con dispendio e incompetencia en megaproyectos hasta ahora inservibles.
En tiempos prenavideños, el jefe del Ejecutivo no se esforzó en ser un gobernante empático, luego de conocer que un importante comunicador salvó la vida milagrosamente de un atentado, no solo rehuyó su responsabilidad como autoridad a cargo de investigar y sancionar, sino que lo re-victimizó al hablar sin sustento de un posible auto-atentado e insinuó todo podría ser un compló para desestabilizar a la 4T. Vaya que AMLO y su movimiento resultan ser el ombligo del universo.
Ciro Gómez Leyva, vulnerable ante los hechos, y conocedor de que, con 19 periodistas asesinados, México está a la cabeza de los países más inseguros para la prensa, no pudo dejar de lamentar la mezquindad presidencial. En cambio sí recibió la solidaridad del gremio a nivel nacional e internacional, destacó una carta abierta de 177 periodistas que le piden cese el discurso de odio y el hostigamiento en contra de los comunicadores desde la presidencia.
El Alto Comisionado de las Naciones Unidas por los Derechos Humanos (ONU-DH), Volker Türk, hizo un llamado al gobierno mexicano para que cumpla con su obligación de garantizar la seguridad de las y los periodistas en México y atienda los ataques contra la prensa en el país, de lo contrario, las autoridades estarían fomentado la violencia contra los medios de información.
Y en tiempos de posadas y peregrinos, cuando pastorelas y villancicos llaman a la comprensión y la buena voluntad, en Palacio Nacional sólo parecen apreciar a los borregos, y no precisamente a los que simbolizan la abundancia para año nuevo.
El mandatario sigue beligerante, sólo se considera el presidente de morenos y simpatizantes; un día sí y otro también denuesta a periodistas críticos, increpa a opositores, descalifica a quien no se alinea. No es el caso de la nutrida prensa de medios estatales, cuyos representantes se mimetizan con el presidente de la República y repiten, sin juzgar, lo que él dice en sus mañaneras. ¿Acaso esa es la misión de los medios del Estado, pagados con recursos públicos? Una muestra de la regresión en que estamos inmersos en la llamada 4T.
No conforme con su cuestionable política interior, López Obrador trastocó la política exterior, hizo caso omiso de la doctrina Estrada de No Intervención y logró con sus opiniones que expulsaran al embajador de México en Perú, y que su gobierno recibiera condenas por injerencista. Pese a ello insistió en apoyar al presidente peruano, depuesto y preso, Pedro Castillo, acusado de corrupción por su Congreso, y asiló a sus hijos y esposa, sin reparar en que ella está presuntamente implicada en ilícitos.
Esta afinidad del presidente Andrés Manuel López Obrador con los dictadores latinoamericanos, autoritarios y antidemocráticos, empieza a ser altamente sospechosa para analistas e investigadores internacionales. ¿Esta comprensión podría estar ligada a intereses oscuros que involucran a la delincuencia organizada o es parte de lealtades inconfesables?
Les deseo una feliz Navidad, y mi absoluta solidaridad con el periodista Ciro Gómez Leyva y los comunicadores comprometidos con la verdad.