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OAXACA, Oax. 6 de junio de 2018.- Un incendio forestal de gran magnitud que devastó en 1983 a la comunidad San Pablo Macuiltianguis, ubicada en la Sierra Norte de Oaxaca, fue el comienzo de un prodigioso bosque de pino, que en los últimos años ha sido aprovechado de manera sustentable por los pobladores.
Los habitantes de esta comunidad aseguran que el incendio, que arrasó con el 30 por ciento de la superficie boscosa, fue un parteaguas en el uso que le darían a este recurso natural, informó Conafor en un comunicado.
Anteriormente, estaba concesionado para su explotación por parte de una fábrica de papel, por lo que decidieron tomar las riendas para conservarlo y protegerlo.
“Fueron 15 días de llamas que sacudieron nuestra forma de pensar, el fuego corría tan rápido sin que lo pudiéramos detener, fue hasta que llegó a las zonas húmedas cercanas al arroyo que se consumió”, recordó David Rafael Pérez, presidente del comisariado de bienes comunales en esa época.
El desolador panorama que dejó el incendio forestal hizo pensar a los habitantes que gran parte de su patrimonio natural estaba perdido, lo que no imaginaron es que tres meses después, comenzarían a surgir nuevos ejemplares de árboles en el lugar.
En cuanto a la fauna, las autoridades de San Pablo Macuiltianguis decidieron llevar a cabo una veda de cinco años en la zona afectada, para permitir la recuperación de la población de venados cola blanca.
Con apoyo del Instituto Nacional de Investigaciones Sobre Recursos Bióticos (INIREB), del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (CONACYT) y el Fondo Mundial de la Silvestre de los Estados Unidos (WWF- U.S), los habitantes realizaron un monitoreo para detectar la presencia del venado.
“Utilizamos tres métodos para monitorear al animal, que fue el conteo de huellas, excretas y lampareo nocturno, principalmente en la zona donde ocurrió el incendio”, describió David Rafael.
El estudio concluyó en 1984 y se registró el incremento en la comunidad de estos mamíferos, debido a que el incendio de un año antes favoreció el crecimiento de vegetación, la cual les ofreció gran variedad de alimento y refugio.
“Los efectos del fuego sobre las poblaciones del venado fueron favorables, ya que por regeneración natural incrementó la cantidad y calidad de arbustos, hierbas y la capacidad del bosque”, explicó el entonces presidente de bienes comunales.
En San Pablo Macuiltianguis, ahora predominan especies de pino pátula, pseudostrobus y ayacahuite, además de que en las partes bajas de la comunidad se pueden encontrar árboles de cedro.
Después de 35 años de este incendio forestal de copa, se tienen 9 mil 257 hectáreas de pino que tienen diámetros que van de los 30 a los 60 centímetros y entre 30 y 40 metros de alto.
Esto permitió a los habitantes de la comunidad conformarse oficialmente como la empresa San Pablo Macuiltianguis y en 2014 crearon un aserradero para el aprovechamiento sustentable de la madera.
Actualmente proveen de madera en rollo a Oaxaca, Puebla y Veracruz, gracias al permiso para el manejo forestal de sus bosques, que otorgó la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (SEMARNAT) en 2015, con el cual pueden aprovechar 54 mil metros cúbicos anuales de madera.
Por el buen manejo de sus bosques, recibieron en 2017 la certificación internacional otorgada por el Consejo de Manejo Forestal (FSC, por sus siglas en inglés).
La asamblea de San Pablo Macuiltianguis ha sido estricta después del incendio forestal de 1983, a pesar de que las quemas agrícolas son una costumbre ancestral han quedado prohibidas, así como la caza del venado cola blanca.
Además, se organizaron para realizar su ordenamiento territorial, lo que les ha permitido delimitar las áreas dedicadas exclusivamente para actividades agrícolas, ganaderas y forestales.
En 2013, la comunidad recibió el Premio Nacional al Mérito Forestal en la categoría de Manejo y Ordenamiento Territorial, otorgado por la Comisión Nacional Forestal (CONAFOR).