Día 24. Claudia: forjar su hegemonía, no la de AMLO
Los gobernantes que pretenden hacer historia no pueden ser objeto de las fuerzas políticas del momento, tampoco ser veletas de las relaciones políticas entre las clases o entre los grupos de la sociedad.
Hacer historia significa encabezar esas fuerzas políticas para democratizar, transformar, constituir o consolidar las instituciones de un país, no desde un punto de vista particular sino de una idea que nazca de la colectividad.
Hacer historia es precisamente gozar de las virtudes políticas más fundamentales para ello, entre tales virtudes se encuentra cumplir con el sentido del deber, la responsabilidad y cumplir con el servicio público.
Ante eminentes peligros para la democracia habría que asumir la defensa de la libertad, de la ley y de la verdad. La simulación en política siempre existe el deber de desenmascarar a los falsos demócratas.
No temer ser considerado mal gobernante, cuando las cosas se hacen con pleno conocimiento de causa, la verdad siempre sale a relucir.
Una de las acciones más afortunadas es lograr que las fuerzas políticas converjan hacia un objetivo común y anular aquellas fuerzas que representan un peligro para la estabilidad del régimen político.
Todo ello hacerlo desde los valores y principios democráticos, con orden, con plan, con dirección, en caso contrario, sus principios y normas no producen los efectos deseados, una democracia sin rumbo y lánguida no es útil para los fines deseados.
Para entender la realidad política del momento es necesario recurrir a la percepción muy sutil de esa realidad.
Solo de esta manera se trazan los cursos de acción y de la naturaleza de los mismos.
Se sabrá si a estos cursos de acción necesitan de un tratamiento especial que puede incluir la fuerza de la política. Conviene pensar en el largo plazo sin descuidar las componendas del momento que así lo requieran.
El plan de acción siempre requerirá del dominio del proyecto con mente clara, de una gran capacidad de persuasión que llevará a ser un político formidable. No olvidar que los intereses de la nación están por encima a cualquier consideración de tipo particular.
La ambición debe quedarse bastante clara con el objeto de auto disciplinarse, estar dispuesto al trabajo duro, demostrar fidelidad al equipo de trabajo, demostrar siempre autoridad es fundamental.
En el caso de haber superado un régimen político racista, imperialista y nacionalista en extremo, iniciar en la construcción de un régimen democrático debe considerarse el camino más adecuado.
Para ello, habría que convencer a los escépticos que piensan que el régimen autoritario es de difícil destrucción, en este caso se requiere determinación, capacidad argumentativa y tener personalidad para ello.
La reconstrucción de un país desde cero siempre será un reto para cualquier líder político.
Desde luego, siempre es preferible empezar de nuevo y no en las ruinas tratar de enderezar las cosas. Para ello, la perseverancia, el coraje, la entereza y habilidad para el manejo de las situaciones difíciles, cambiantes, inciertas, impredecibles, que había que enfrentar.
Combinar en forma adecuada la determinación ideológica con una gran sagacidad táctica, gestionar las restricciones del sistema democrático con una perspicaz mezcla de manipulación política, seguridad en sí mismo y dirección eficaz.
Esto asegura el desarrollo del régimen político de forma adecuada, tal como lo hizo Konrad Adenauer en el proceso de reconstrucción de Alemania después de la Segunda Guerra Mundial (Kershaw: 2023).
Reconstrucción, construcción, salvamento, rectificación, ampliación, gobernabilidad, de regímenes políticos son acciones que determinan el tipo de líder político que se necesita para cada caso.
Desde luego, no existe un modelo de gobernante para ello, pero al menos se deberá poseer seguridad en sí mismo y dirección eficaz.