Diferencias entre un estúpido y un idiota
Moisés Molina/La X en la frente
OAXACA, Oax. 22 de mayo de 2022.- El próximo viernes viene a Oaxaca Renato Girón, un joven brillante, a platicarnos sobre su libro Manual de Estudio de la Jurisprudencia editado por la ya prestigiada casa Tirant Lo Blanch. Y todas y todos están invitados.
La nueva gran reforma al Sistema Jurisprudencial mexicano tiene menos de un año y muchas y muchos aún no terminan de entenderlo.
Seguramente hay estudiantes que todavía ni se enteran.
Abogado de profesión Renato encarna a su todavía corta edad la estirpe de la nueva generación de juristas que se abren paso desde la meritocracia.
Es parte de una generación disruptiva, que cree que las formas de enseñar y entender el derecho deben cambiar.
Y que sabe que las nuevas generaciones de abogadas y abogados que se forman en las facultades de derecho de las universidades públicas no deben ser dejados a su suerte.
Yo mismo provengo de una generación que se abrió camino a golpe de esfuerzo, estudio, dedicación y -claro- algo de suerte.
Hablando de mi alma mater, desde que yo tengo memoria (y desde antes) aprendía solo el que quería aprender.
Pero el proceso de enseñanza aprendizaje era limitado y de claroscuros.
Quienes tenían la suerte de ser hijos o familiares cercanos de abogados o juzgadores, claramente tenían un destino más dibujado en la profesión.
Decía Couture que “el Derecho se aprende estudiando, pero se ejerce pensando”.
Pero antes se hace necesario un espacio óptimo de desarrollo y las oportunidades para practicar y aprender lo que no se enseña en las escuelas no siempre estuvo al alcance de todas y todos.
A mí todavía me tocaron los tiempos de las máquinas de escribir y las bibliotecas como exclusiva fuente de consulta.
No había computadoras, mucho menos internet.
Y quienes eran más afortunados podían acceder a comprar aquellos libros de pasta dura de Porrúa, y tiempo después los de pasta blanda de Oxford, que eran nuestras biblias: García Máynez, Burgoa, Tena Ramírez, Cipriano Gómez Lara, Rafael de Pina, Floris Margadant, Gutiérrez y Gonzáles, entre algunos otros más.
Aprender era más difícil, aunque el derecho cambiaba con lentitud.
Hoy que tenemos todas las fuentes de consulta a la mano, pareciera no existir pretexto para no aprender, pero hay limitaciones que permanecen.
Por eso quienes hoy tenemos la oportunidad de promover el estudio y la actualización, no dudamos en hacerlo.
El conocimiento debe democratizarse y ninguna profesión lo merece tanto como el Derecho.
Pero hay un área que aún permanece inexplorada y es la motivacional.
Hay quienes tienen claro por qué quieren ser abogadas y abogados. Pero los hay quienes aún en los semestres finales se encuentran llenos de dudas.
Y no podemos juzgarlos.
¿Por qué eligieron esa carrera?
¿Qué van a hacer cuando la terminen?
¿Lograrán titularse y tener su cédula?
Hoy mismo hay muchas y muchos jóvenes con grandes interrogantes existenciales y respecto de su futuro profesional.
Un maestro nos contaba entrados los años 90´s que para ser abogado en la UABJO los únicos requisitos era inscribirse y no morirse.
Parecía broma, pero terminaba siendo anécdota.
Renato y esa gran nueva generación de juristas como Tito Garza Onofre, Javier Martín Reyes, César Astudillo y Manlio Fabio Casarín -con el perdón de todas y todos quienes omití- más que abogados ensimismados en su profesión y en su proyecto de vida personal son auténticos revolucionarios forenses que provocan, incitan, encienden conciencias, motivan y -como en la mayéutica socrática- hacen surgir el abogado o la abogada que muchos jóvenes llevan dentro.
Y quienes tenemos a nuestro alcance los medios y la oportunidad para que vengan a compartir y a motivar a los jóvenes juristas oaxaqueños en acto o en potencia, lo estaremos haciendo sin dudarlo.
No hay mejor manera de que los tribunales estén más cerca de la sociedad que cuidando, en la medida de lo posible a los futuros jurisconsultos y acompañando su desarrollo.
Hoy el Tribunal Superior de Justicia de Oaxaca va más allá de sus salas y con el decidido apoyo de nuestro Presidente el civilista Eduardo Pinacho, maestro de muchas generaciones, está tocando al principal activo de nuestra profesión que es la juventud.
Desde el Poder Judicial de Oaxaca, donde muchas y muchos magistrados, jueces, proyectistas y oficiales no sobrepasamos los 45 años, seguiremos poniendo en las manos de los futuros abogados las teas llameantes para quemar las injusticias del mundo.
*Magistrado Presidente de la Sala Constitucional y Cuarta Sala Penal Colegiada del Tribunal Superior de Justicia de Oaxaca.