Economía en sentido contrario: Banamex
Cipriano Flores Cruz
OAXACA, Oax., 14 de octubre de 2018.- Podemos acordar que las minorías tienen que estar representadas en los órganos de decisión del Estado, gobierno y en la administración pública, por salud de nuestro sistema representativo. Debemos aclarar a qué minorías nos referimos, a partidos políticos o a minorías sociales.
Nuestro sistema legal electoral se refiere a minorías partidistas. Son minorías por su poco respaldo electoral y no por otra causa. Si representasen a minorías sociales podrían ser tratados estos partidos de otra manera en otra perspectiva, por ejemplo, que representen a las naciones originarias.
Recientemente la autoridad jurisdiccional federal devolvió siete diputados de representación proporcional al partido Morena que el Tribunal Electoral le había asignado bajo una especial interpretación legal.
Estamos de acuerdo que a este partido, bajo un estricto apego a la legalidad, le correspondía tales asignaciones, sin embargo, debemos decir que por salud democrática, tales diputados deberían haber sido asignados a partidos minoritarios, desde luego, no al PRI ni al PAN puesto que no son partidos minoritarios en la entidad.
En realidad, los diputados plurinominales fueron en sentido estricto para los partidos minoritarios. Por los años sesenta, durante el gobierno de Gustavo Díaz Ordaz, ante la apabullante hegemonía del PRI, para darle voz en la Cámara de Diputados a los partidos minoritarios se estableció la figura de diputado de partido, veinte en total, pero que en esta figura no entraba el partido del gobierno, plenamente mayoritario.
Por el enorme papel democrático que desarrollaron estos diputados y ante la insurgencia de movimientos de obreros, campesinos, médicos, estudiantes y de grupos de guerrilleros, se establece en 1977 la diputación plurinominal, 100 en total, para darle voz en la Cámara de los Diputados a estos grupos inconformes con el régimen político. Desde luego, no se repartían para el partido mayoritario, cuestión por demás muy sana dada la enorme hegemonía del PRI.
Mediante la estrategia de que cualquier reforma electoral que se propusiere, sus alcances estaban en relación directa con los acuerdos que se alcanzara y no por la salud de nuestro sistema electoral, así se llegaron acuerdos que deformaron y enfermaron nuestras normas electorales.
Por ejemplo, en sucesivas reformas electorales, se permitió que el partido mayoritario, esto es el PRI, entrara al reparto de las diputaciones para las minorías, esto es, los plurinominales, este fue una concesión aberrante de la oposición con tal de avanzar en sus reclamos.
Ante el avance de la oposición, se le permitió al PRI establecer la regla de gobernabilidad que consistió en otorgarle al PRI los escaños necesarios para alcanzar la mayoría absoluta en la Cámara de los Diputados a partir del porcentaje del 35% de la votación, es decir, explícitamente se le estaba regalando al PRI 15% de más en la asignación de los diputados de representación proporcional.
Posteriormente, el porcentaje se baja al 8% de sobrerrepresentación. En sentido estricto, la sobrerrepresentación bajo cualquier porcentaje es una aberración democrática, cualquier partido le debe corresponder el número de diputados de acuerdo a su porcentaje de votación a partir del 3% de la votación efectiva.
En el supuesto de que conservemos nuestro sistema electoral mixto para la integración de la Cámara de Diputados, esto es, diputados de mayoría y de representación proporcional, es saludable establecer de nuevo que el partido mayoritario, alcanzando más de la mitad más uno de la votación no interviniera en el reparto de los diputados de representación proporcional.
En su caso, si no alcanzare el porcentaje anterior, se le asigne los diputados necesarios para alcanzar su porcentaje de votos, esto es, si obtuvo el 38% de la votación le corresponde ese mismo porcentaje de diputados.
Por otro lado, sería democrático y de justicia que las diputaciones de minoría se le asignase sólo a los partidos que representan a minorías sociales o por cuestiones temáticas de la sociedad. Por ejemplo: partidos que representan a las naciones mexicanas, antes indígenas, a los negros, a los homosexuales, a campesinos, a obreros, a ambientalistas, a migrantes, a los ancianos y mujeres.
De esta manera se tendría una representación verdadera de la realidad mexicana, justa y democrática. Es necesario reconocer la gran diversidad de la sociedad mexicana, muy necesitada de representación por la dinámica de los nuevos tiempos. Nuevas reglas para tiempos transformadores.