Padre Marcelo Pérez: sacerdote indígena, luchador y defensor del pueblo
CIUDAD DE MÉXICO, 9 de mayo de 2019.- No, cuando decimos que un gobierno está reprobado no estamos hablando de popularidad. En realidad hablamos de eficacia, la cual se mide a partir de los resultados en el ejercicio del poder.
Y es que según los estudiosos de la llamada “gobernabilidad”, una gestión de gobierno es plenamente legítima sí y solo sí resulta eficaz en la solución de los grandes problemas.
¿Y cómo se mide la eficacia?
El único termómetro son los resultados de la gestión de gobierno. Y, por eso –porque en cinco meses de la gestión de AMLO no hay un solo resultado positivo–, hoy podemos decir que el de López Obrador es –a nivel federal–, un gobierno reprobado.
¿Lo dudan?
Está reprobado por destruir el mayor número de empleo, con casi 500 mil perdidos en cinco meses y por provocar el mayor desempleo en el arranque de cualquier gobierno; reprobado en la inversión, al grado que la Bolsa de Valores vive su peor momento en 20 años; reprobado como destino de inversión, ya México cayó ocho lugares en el puntaje de inversión externa y reprobado en transparencia, ya que asignó, sin licitar, casi el 80 por ciento del gasto de gobierno.
Además de que está reprobado en la caída de industrias fundamentales como la automotriz, que está al borde de colapso; la industria turística, que vive la peor crisis en décadas y la industria de la construcción, que está paralizada. Y si fuera poco, la violencia y el crimen viven momentos históricos al alza.
En pocas palabras, no existe un solo resultado positivo en el gobierno de López Obrador.
Pero si vamos al Distrito Federal, la locuaz jefe de gobierno, Claudia Sheinbaum –una de las preferidas de AMLO y también de Morena–, resultó un fracaso total.
Fracasó en la seguridad y la violencia, ya que Ciudad de México avanza como una de las más inseguras y es la entidad en donde se comete el mayor número de feminicidios y en donde el desempleo es de escándalo; fracaso en la movilidad, en la atención al transporte colectivo, Metro y en el desbordamiento del comercio ambulante, que inunda la capital.
Todo ello sin olvidar las alcaldías “gobernadas” por Morena –Iztapalapa, Xochimilco, Tláhuac y Cuauhtémoc–, que están entre las más violentas del país y en la donde el crimen organizado está fuera de control y “el cobro de piso” es el pan de cada día.
La Ciudad de México es una capital sin ley, en donde todas las formas del crimen y la violencia se han disparado respecto al gobierno de Miguel Mancera, una gestión que hoy quisieran muchos capitalinos, ante el desastre de la administración de Morena y de la señora Sheinbaum.
Pero hay más.
Entre los gobiernos estatales peor calificados están –según una encuesta de Arias Consultores–, los de Tabasco, Veracruz y Morelos; los tres en donde Morena es el partido en el poder y cuyos mandatarios estatales no son más que vulgares “juanitos” impuestos por López Obrador.
El peor de todos es el gobernador de Morelos, Cuauhtémoc Blanco, el ex futbolista que como alcalde de Cuernavaca resultó un desastre y como gobernador lleva al estado a la ruina.
Según la medición de Arias Consultores, el ex futbolista ocupa el último lugar en la calificación de los 32 mandatarios estatales. En pocas palabras, es el peor gobernador de todos.
Por eso, no es casual que en Morelos ocurran atentados como el registrado la mañana de ayer, en donde un matarife disparó contra una multitud, durante una protesta en la plaza principal de Cuernavaca, a plena luz del día y a metros de donde era entrevistado un secretario del gobierno estatal.
Un evento como ese sólo muestra la tragedia que vive Morelos; la ingobernabilidad total.
También en los últimos lugares de mal gobierno aparecen el mandatario de Veracruz, Cuitláhuac García y el de Tabasco, Adán Augusto López.
Así o más claro el fracaso de Morena, de AMLO y de la locuaz y corrupta Cuarta Transformación.
Al tiempo.