Diferencias entre un estúpido y un idiota
Hacia el 1/7/18
3a semana de precampañas
OAXACA, Oax., 7 de enero de 2018.- A punto de concluir la tercera semana de precampañas, se observan ajustes interesantes en las estrategias y acciones de los actores políticos e institucionales.
Menciono algunas.
El precandidato de la coalición de Morena-PT y PES, Andrés Manuel Lopez Obrador, comienza a acusar el peso del liderazgo en los sondeos de opinión e incurre en errores. Van tres.
El abuso al recurso de llenar el imaginario público con un: “ya gobernamos”, que lo lleva a presentar con perspicacia a posibles integrantes de su potencial gabinete, solo que sin garantía de nada y expuestos a críticas, por fortuna.
La dependencia excesiva del expediente de la honestidad y la anticorrupción sin considerar que un número de sus adherentes no son puros y sin mancha.
La referencia frecuente a soluciones generales pero sin referencia a las políticas públicas específicas por tema y localidad visitada. Se apoya más en el humor público antisistema que en razones técnicas para resolver sus problemas, evidentemente.
El reto es que introduzca algunas variantes que le hagan ver menos populista y más racional y democrático porque, por ejemplo, su esposa, al menos en el oportuno y simbólico spot de Chichen Itza al amanecer el año, le ganó de manera natural e inteligente esa medalla.
El precandidato de la coalición PRI-PVEM-PANAL, José Antonio Meade avanza en su proceso personal de transformación de funcionario en político-candidato.
Sus actos proselitistas intra-partidarios en Zacatecas, Aguascalientes y Veracruz lo mostraron más seguro, espontáneo y cálido. Su capacidad de manejo de información y su técnica expositiva, le ayudan.
El ajuste a los formatos de sus actos, en espacios más cerrados y ante la militancia de los partidos coaligados que pretende representar como candidato en febrero, sin duda le ha sido favorable.
Se nota mayor coordinación entre los diferentes sujetos y círculos que colaboran a su lado, quizás debido a los reajustes operados en su equipo central de campaña. El caso es que su esfuerzo luce mejor.
Ello no lo libra de diversos factores negativos: el nuevo gasolinazo de mercado y su impacto en la inflación, de lo cual ha sido corresponsable indirecto, si bien se deslindó de inmediato; escándalos de corrupción de políticos priistas, unos prófugos y otros vinculados a proceso; o bien el tema de la rendición de cuentas de su precampaña, que parece haber regularizado.
Incluso el asunto del lema de la Coalición que lo postula, así lo llegara a perder en el Tribunal Electoral, le redituará en implantación ante el electorado.
Me recuerda el caso del candidato Fox en 1999-2000 y el debate sobre la silueta de la imagen de la victoria en la propaganda, pero claro que se trata de un supuesto diferente pues ahora estaría en juego el principio de equidad.
El reto de Meade es que progrese de manera efectiva en el dominio del protocolo de actuación de un precandidato-candidato, y que no solo le conozcan mejor sino que lo adopten con entusiasmo militantes y simpatizantes.
La herramienta mediática y de redes sociales coadyuva al efecto, salta el muro intrapartidario y se extiende a la sociedad, sin trabas legales. Ello vale igual para todos.
En el caso de Ricardo Anaya, precandidato de la coalición PAN-PRD-MC, fue visible su repliegue táctico y, más bien, su presencia se notó en spots y uso de redes.
Estimo que no concretó algo impactante. Quizás lo distrajo la compleja negociación al interior de la coalición para definir las precandidaturas locales.
Los precandidatos independientes marchan según lo previsible. Más no es seguro que “El Bronco” y Margarita Zavala, ni Armando Ríos Piter, quien se mantiene en la lista, llenen el requisito del 1% de las firmas del padrón en las 17 entidades que exige la ley.
En su caso, el TEPJF habrá de decidir si esto último es inconstitucional porque parecería inconvencional y desproporcionado.
Las autoridades electorales tomaron decisiones normales. Ahora, más el TEPJF que el INE.
Entre lo más significativo, el primero definió que la publicidad institucional, en cualquier momento, es válida si se apega a las normas establecidas, que en última instancia el propio tribunal podría evaluar.
El segundo se deslindó, en el ambiente enrarecido por las recientes ejecuciones políticas en Jalisco y Guerrero, de la posible hechura de mapas de riesgo y de la tarea de garantizar la seguridad durante el proceso electoral.
La mesa abierta en SEGOB para atender el delicado tema de la inseguridad, violencia y ejecuciones políticas en algunos estados es clave.
Más ahí se nota la debilidad de que las fiscalías no sean autónomas salvo en un puñado de entidades federativas y de que falte un esquema claro y público de coordinación interinstitucional.
En medio de las vicisitudes, es destacable que los actores e instituciones en últimos días se preocupen por apegarse más a las reglas y canalicen sus disensos por vías institucionales. Es parte de su responsabilidad política y jurídica.
Sin limitaciones y controles de la política a través del Derecho y las instituciones no hay democracia, Constitución, poder legítimo ni futuro posibles.
La sociedad civil debe participar más decididamente para exigirlo.