Cortinas de humo
Las necesidades convertidas en derechos humanos inherentes al hombre reta a la capacidad de los gobiernos, además de que día a día los poderes extra estatales son muy poderosos, como el capital, el crimen organizado y demás organizaciones de los poderes sociales.
Si a esto le aunamos la demanda humana de libertad, no sólo como ausencia de orden y de controles por parte del Estado, sino como ausencia de toda dominación y orillar al Estado y al gobierno como proveedores de servicios y de seguridad. No al peso del Estado y del orden y si a la eficacia de servicios y entre ellas las de seguridad son los grandes retos de los Estados y gobiernos modernos.
Si a lo anterior le aunamos de un mundo más interconectado y sujetan a los Estados a los humores del capital financiero, fundamentalmente especulativo, a la influencia de las redes sociales como factores de gobernabilidad, no estamos ante el mejor mundo para gobernar.
Nuevos dispositivos de política, republicanismo y razón de Estado son los grandes temas que contextualizan a la operación política, sino se entienden bien los temas anteriores, las operaciones políticas pueden tender hacia el fracaso.
En esta tesitura, por ejemplo, cambian algunos conceptos de la política clásica como virtud, que antes se entendía como calidad innata y hoy se debe entender como habilidad adquirida, enseñada, aprendida, practicada.
La política, si bien no puede olvidar lo clásico, debe hacer entender y entender la realidad política con un nuevo lenguaje, que no rompa con la historia pero que tiene la obligación de actualizar.
Esta virtud es más necesaria ante relaciones políticas que tienen por referencia fundamental la corrupción. La virtud como habilidad se debe potenciar para poder sobrevivir en un entorno altamente corrupto. De aquí de la necesidad de instaurar la República Democrática para coadyuvar con los ciudadanos a una existencia digna. La República Democrática será la única vía para la existencia de un ciudadano honesto, con decoro, amor a la libertad y a la patria.
La República Democrática es una asociación de ciudadanos bajo leyes aceptadas en consenso en comunión de intereses. El consenso de las leyes abre la posibilidad de cuestionar el sistema representativo y presentar una alternativa que haga posible la norma básica de gobierno: mientras más ciudadanos participan en las decisiones públicas es más fuerte el Estado y el gobierno. Alcanzar la comunión de intereses mediante la participación ejemplar de los ciudadanos distingue a la República Democrática, la cual requiere de una versión aumentada y enriquecida de las tesis de Maquiavelo.
La República Democrática es el equilibrio entre la pasión y la razón políticas.
La pasión te conduce al voluntarismo que es un camino fácil hacia la dictadura, entendida comicialmente. La razón es el camino más fácil a la tecnocracia. Simbiosis entre razón y pasión es un camino adecuado hacia el buen gobierno.
En un mundo globalizado, la idea de patria que trae la República Democrática es un incentivo a la participación política y a la defensa de la morada, que es la idea más cercana a la idea de patria que trae el republicanismo.
La morada te trae la idea de familia, unidad en ella y por ella, situada en un territorio que se considera sagrado, remanso de descanso de los ancestros, lugar de manifestación del espíritu del pueblo, donde la ley nace de esta espiritualidad, sueños y esperanzas de la gente y de los moradores.
El amor a la patria es una condición mínima para lograr ese bien común en el contexto de la libertad, esta es la Nación cívica. En verdad, la Nación cívica, que es unión de la libertad con vida en común bajo las normas del derecho de consenso. Bajo esta tesitura el gobierno del pueblo es sustituido por el gobierno de las leyes, el gobierno de los hombres es sustituido por el gobierno de las instituciones. El fundamento de tal tipo de gobierno es el humanismo cívico. La universalidad de este humanismo es posiblemente un buen ropaje de la pérdida de las identidades locales, un proceso que avanza a una velocidad galopante.