Economía en sentido contrario: Banamex
Las risas de alegría fluyeron sin cesar. Saludos, abrazos, besos y uno que otro susurro al oído que evidentemente el presente no distrajo de sus mentes.
Ahí estuvieron, viejos amigos con cargas en las vidas y años a cuesta.
La tarde se tornó pronto en una boca que se comió las horas y el fresco empezó a calar los huesos.
La coincidencia de que a los muertos y los vivos, lo único que los puede revivir es el amor parecía manifestarse en ese rincón del mundo.
Esa capacidad jovial tal vez se había ido de la piel o dio paso a los fríos cálculos de la caldera de las obligaciones, lo que no impidió dejar de reír; entre bromas algunas verdades aparecieron, los palomos no podían faltar en escena, acoplados con Godinez.
Nadie escapó a los añejos recuerdos. Algo se sabían que la sangre de los días jamás sustrajo de sus vidas.
No faltaron la expresión de algunos llamados a la confrontación y aparecieron ciertos reclamos, que no fueron aislados, la humedad de los ojos patentizó el pudor oculto o tal vez la vida con el castigo de Sísifo[1].
Se argumentaron coincidencias por la adoración a Baco[2], la lectura tal vez.
La peculiar personalidad disímil de cada quien brotó, se dijo era inevitable.
La tarde fresca y lluviosa permitió el máximo tiempo para que la vida fluyera. Hasta recomendaciones de vida hubo, las que tiradas por la espalda al retiro, quedaron en el aire.
Al último, nada se dijo, nadie recuerda nada, nadie vivió nada.
Los caminos fueron por todos los sentidos de la rosa.
El suspiro por estar juntos bajo la gracia de Dzahui[3], inscrito en la piedra de Sísifo se quedó también en la viko[4] del Ñuu Sabi[5].
[1] Sísifo. Personaje de la mitología griega que fue castigado por Zeus deteniendo una piedra.
[2] Dios del vino en la mitología griega
[3] Dios de la lluvia en la cultura mixteca.
[4] Viko, nube, en su traducción al castellano.
[5] Ñuu sabi o (savi) lugar de las nubes