Día 23. Por oportunismo, crisis en Ciencias Políticas de la UNAM
CIUDAD DE MÉXICO, 11 de septiembre de 2020.- En el Itinerario del 10 de mayo de 2018, en el que anuncié mi salida de Milenio, escribí lo siguiente: “Los carniceros de hoy, serán las reses de mañana”.
El refrán hacia alusión a que muchos de quienes se sumaron al linchamiento orquestado en mi contra –persecución y difamación ordenadas por el entonces candidato López Obrador–, serían los siguientes perseguidos.
Así lo explique en aquella entrega.
“En el fondo, los que lincharon a Ricardo Alemán avisan a todos los mexicanos lo que será el trato con los críticos en un gobierno de Morena; el que se atreva a disentir, será linchado…
“Pero, en el fondo, no van contra Ricardo Alemán, van contra las libertades ciudadanas, como la libertad de expresión y de crítica.
“Hoy es Ricardo Alemán, pero mañana serán perseguidos otros críticos y pasado mañana perseguirán a tal o cual medio, empresa periodística o institución mediática. Al tiempo”.
Y, en efecto, el tiempo confirmó que desde la llegada de AMLO al poder y durante los primeros 21 meses de gestión, el presidente mexicano estigmatiza todos los días a los medios que critican a su gobierno.
La satanización presidencial –con todo el peso que lleva el señalamiento del jefe de las instituciones del Estado mexicano–, va dirigida a los diarios Reforma, El Universal, El Financiero y a periodistas como Pablo Hiriart y Carlos Loret de Mola, entre muchos otros.
Pero la venganza presidencial no terminó con los periodistas críticos de su fallida gestión. No, en las semanas recientes el fusil de López Obrador fue disparado contra algunos de los intelectuales mexicanos más reputados, como Héctor Aguilar Camín y Enrique Krauze.
En el primer caso, por instrucción directa de AMLO, la secretaría de la Función Pública sancionó a la empresa que edita la revista Nexos y muchos otros productos editoriales.
Quedó claro, entonces, que una torcida interpretación de la Ley fue utilizada por la señora Irma Eréndira Sandoval, para provocar la muerte de Nexos. Y es que la empresa fue sancionada por dos años para no recibir un solo peso de patrocinios oficiales, sean federales, estatales o municipales.
Es una estrategia idéntica a la empleada contra Ricardo Alemán.
¿Por qué idéntica?
Porque en mi caso, la oficina de la Presidencia ordenó a las empresas de medios cancelar todo contrato de prestación de servicios con Ricardo Alemán. A su vez, a la empresa editora de la revista Nexos, que al mismo tiempo edita libros, por orden presidencial, le cancelaron todos los ingresos oficiales.
Es decir, el presidente busca la muerte de los críticos, por la vía de la anemia económica.
Pero no fue todo. Apenas el pasado martes el fusil del López Obrador fue disparado de nuevo contra los propietarios de las revistas emblema del análisis, la investigación y el periodismo crítico; Nexos y Letras Libres, además de que también satanizó a la empresa que edita el diario El Financiero.
Así lo dijo, luego que uno de los lacayos de Palacio puso una pregunta a modo, sobre la crítica que hacen los intelectuales mexicanos a su gobierno.
“Pocos saben que existe un intelectual llamado Enrique Krauze y otro intelectual cuyo nombre es Héctor Aguilar Camín y que cada uno de ellos tiene grupos que reciben apoyos o recibían apoyos especiales y revistas que el gobierno les compraba, suscripciones, de millones de pesos y que siempre justificaban o guardaban silencio cuando se estaban cometiendo atracos al erario público y no hablaban de cómo se empobrecía al pueblo y cómo unos cuantos se hacían inmensamente ricos..”.
Esa pregunta y la alusión presidencial fue el inicio de un linchamiento contra Krauze y Aguilar Camín, a cuyas empresas editoriales exhibió López Obrador por recibir patrocinio oficial.
Es decir, el presidente mexicano intenta hacer creer que es inmoral y carente de ética y profesionalismo periodístico el hecho de que las empresas de medios reciban publicidad oficial.
Pero el mensaje va más allá. En realidad, es una advertencia a la iniciativa privada que otorgan pautas publicitarias a los críticos del gobierno de AMLO.
Es, de nueva cuenta, el mensaje de la muerte de los críticos, por la vía de la anemia económica.
Lo simpático del tema es que mientras que AMLO sataniza a Nexos y a Letras Libres; mientras que dispara su fusil dictatorial contra Reforma, El Universal, El Financiero y otros medios, su gobierno entrega miles de millones de pesos a los medios que aplauden sus fracasos; medios como Televisa, Azteca, La Jornada, Milenio, Radio Formula y muchos otros.
Pero la tragedia es mayor si empezamos por reconocer que la fragmentación de los periodistas y los medios sólo favorece a un dictador como López Obrador.
Si, mientras que prevalezcan “los egos robustos” entre los periodistas, los intelectuales y los dueños de medios –como alguna vez calificó Aguilar Camín a sus críticos en La Jornada–, mientras que periodistas e intelectuales sigan –sigamos–, peleando por supuestos territorios del “yo”, todos seremos destruidos por el mayor enemigo de la democracia mexicana, López Obrador.
Ya es tiempo de que periodistas críticos e intelectuales críticos olviden –olvidemos-, las diferencias y que demos el paso a un frente común para la defensa de las libertades y los derechos de todos; para el estímulo de la crítica al poder y la defensa de la democracia.
A nadie le sirven las batallas individuales y aisladas. La apuesta de López Obrador es esa, la división social. No lo permitamos.
Al tiempo