Diferencias entre un estúpido y un idiota
CIUDAD DE MÉXICO, 26 de octubre de 2020.- No, que nadie se equivoque.
Lo cierto es que la dirigencia nacional del partido oficial, Morena, no la ganó Mario Delgado.
No, en realidad el ganador y nuevo dueño de Morena es Marcelo Ebrard, el preferido de Palacio, el “hombre fuerte” del presidente y quien –a querer o no–, será el único heredero del “cochinero” que ya es el gobierno de López Obrador.
Sí, a través de Mario Delgado, el aún canciller, Marcelo Ebrard, tratará de recuperar la brújula perdido del partido Morena, rumbo al 2021, que amenaza con terminar en un desastre para el partido oficial.
Y es que si no lo saben, desde hace décadas, el pequeño Mario Delgado ha sido el “faldero” de Marcelo Ebrard; el que destapa cañerías, el que limpia alfombras enlodadas y el que lava todo tipo de trapos socios.
Y sí, también en éste caso –en la lucha por la dirigencia de Morena–, Mario Delgado es y seguirá siendo “el titino” de Marcelo Ebrard, quien ya es el verdadero jefe del Partido Morena.
Pero vamos por partes.
Más allá de la “verdulería” en que se convirtió la lucha por la dirigencia de Morena, primero debemos entender el tamaño del fraude montado por Marcelo Ebrard para apoderarse de Morena y, el paso siguiente, será saber si desde la jefatura del partido oficial, el aún canciller se perfila para convertirse en el sucesor de López Obrador.
Lo primero que debemos entender es la magnitud del fraude cometido al interior de Morena para cumplir los caprichos presidenciales; fraude en el que jugó un papel determinante el árbitro electoral del Estado, el INE, que ya dejó de ser la garantía electoral de los mexicanos, para convertirse en un mero instrumento de legitimación de los deseos presidenciales.
Todos saben que el dedo presidencial apuntó en dirección de Mario Delgado para ocupar la dirigencia de Morena. Todos saben que Delgado era superado de manera apabullante por el añoso Porfirio Muñoz Ledo y todos saben que las encuestas no cambian, de un día para otro, al extremo de “voltear la tortilla”.
¿Y entonces que fue lo que pasó?
Casi nada, que el INE se encargó del “cuchareo” de las encuestas, hasta hacer ganar a Mario Delgado sobre el puntero, Porfirio Muñoz Ledo.
En pocas palabras; asistimos a la confirmación de que el INE dejó de ser un instrumento de y para los ciudadanos y que en los hechos es una vulgar copia de la vieja Comisión Federal Electoral, dependiente del gobierno en turno y que llevó a cabo el mayor fraude de la historia, en 1988, cuando “se cayó el sistema”.
Y aquí es donde aparece la segunda parte del engaño.
Como todos saben, en junio del 2021, se llevará a cabo la mayor elección en la historia. Se renovará la Cámara de Diputados, se elegirán 15 gobiernos estatales, decenas de congresos locales y cientos de alcaldías de todo el país.
¿Y eso qué tiene que ver con la nueva dirigencia de Morena?
Ahí está el truco. Que una vez que el INE está sometido al poder presidencial y que Morena está en manos del titular de Relaciones Exteriores, el propio Marcelo Ebrard será el encargado del mayor fraude de la historia y, al mismo tiempo, del rescate de Morena.
Es decir, que Marcelo Ebrard, a través de Mario Delgado, será el nuevo Manuel Bartlett.
Y es que, como todos saben, al interior del gobierno de López Obrador y del partido oficial, Morena, se prendieron todas las alarmas luego de los comicios locales de Hidalgo y Coahuila, en donde fueron apaleados casi todos los candidatos morenistas.
La nueva misión de Marcelo será revertir, por lo medios que sean, la debacle electoral de Morena. Y como la popularidad del gobierno, del presidente y de su partido no tienen reversa, lo que veremos será un nuevo intento de fraude, al mejor estilo del fraudulento Manuel Bartlett, en 1988.
Al tiempo.