Dos meses de huelga, miles de asuntos pendientes
CIUDAD DE MÉXICO, 27 de agosto de 2020.- La farsa de la honestidad valiente la evidenciamos aquí a lo largo de los últimos 20 años, justo durante los años de campaña de López Obrador.
Sí, a lo largo de dos décadas documentamos –de manera puntual–, que AMLO no solo violó de manera sistemática la Constitución sino muchas de sus leyes.
Más aún, el propio presidente violó los cien puntos que prometió que serían la guía de su gobierno y que hoy le valen madre.
Sin embargo, y a pesar de dos décadas de violaciones sistémicas a la Carta Magna, el líder opositor nunca pisó la cárcel y menos pagó los delitos que lo convirtieron en el más asombroso milagro mexicano; el político que sin haber trabajado nunca y que ha sido el mayor defraudador de la historia, hoy vive en un Palacio, no como presidente sino cual rey.
Lo peor es que precisamente hoy –y con López como presidente–, la violación a las normas constitucionales y a sus reglamentos es aún más grave y, contrario a lo que muchos especialistas suponen, el presidente mexicano es aún más impune que cuando no era presidente.
¿Por qué hoy es mayor la grosera impunidad?
Por una razón elemental; porque a mayor poder –como muchos saben–, es mayor el abuso del poder; es más potente la pulsión autoritaria y mayor la mitomanía y el ego por la perpetuidad del poder.
Dicho de otro modo, al tiempo que AMLO acapara un mayor poder; al tiempo que destruye la División de Poder y que atrapa los contrapesos y a los críticos, es mayor la impunidad del presidente mexicano.
Por eso, cada día es mayor la mitomanía de Obrador; por eso es mayor su pulsión de engañar hasta al espejo y, por eso, son más grotescas sus mayores locuras, como convertir el Zócalo capitalino en remedo de las águilas y las antorchas de Hitler y de Mussolini.
Por eso, cuanto más grande es el ego presidencial y mayor la mitomanía del poder, es mayor la ambición del poder sin límite, son mayores los afanes por creer que es un iluminado.
Y también por eso son mayores y más agresivas sus venganzas; como la venganza contra Rosario Robles y contra sus críticos.
También por eso es mayor la exigencia presidencial por lealtad absoluta y por eso los lacayos presidenciales son mas desvergonzados a cada paso.
Por eso las mentiras son cada vez mayores y más grotescas; por eso a cada paso el presidente dice sin pudor y sin recato una mayor mentira; como la demencial rifa de un avión en donde la casa presidencial difunde un spot del propio presidente –promoviendo la rifa del avión–, cuando todos saben que no se rifará ningún avión.
Por eso la impunidad presidencial por la incontenible mitomanía, que ha convertido a López en el mayor mentiroso del mundo. Y es tal la pulsión mentirosa de AMLO, que el propio mandatario y su pandilla ya se cree sus propias mentiras.
Por esa impunidad sin freno la mentira escandalosa de López Obrador de que ya no hay corrupción arriba, cuando su gobierno se desborda de corrupción, cuando ocho de cada diez contratos del gobierno federal se entregan sin licitación, cuando el presidente vive en un Palacio y su prole vive del dispendio del dinero público, cuando todo su gabinete está bajo sospecha por raterías públicas.
Por eso la venganza contra Rosario Robles, la mujer que hizo posible la victoria de AMLO, en el DF en el año 2000, a quien hoy tiene en prisión de manera ilegal; por eso las venganzas contra Eduardo Medina Mora y por eso la persecución contra los críticos del régimen, como la revista Nexos.
Por eso la impunidad de AMLO, luego del video en donde su hermano Pío aparece cobrando moches; a pesar de que todos en la clase política mexicana saben que –por más de 20 años–, López ha sido el mayor defraudador de la historia.
Pero acaso el mayor de todos los insultos del presidente Obrador es que su gobierno inició la difusión de una serie de spots, dizque para promover su segundo informe, en donde se burla de los muertos por la pandemia, de los muertos por la violencia, de los empobrecidos a los que dejó sin empleo y, en general, de quienes votaron por él.
Sí, la de AMLO es la mayor farsa de la historia y el presidente Obrador es el mayor farsante de la historia; farsa y farsante.
¿Quién cree hoy en López Obrador?
Si, sólo un puñado de fanáticos y enemigos de México.
Al tiempo.