Prohibir comida chatarra en escuelas, primer gran paso contra la obesidad
CIUDAD DE MÉXICO, 12 de enero de 2018.- El temblor de hace unas noches en Honduras despertó las alertas de tsunami en varios países, pero especialmente en las costas de Quintana Roo y levemente en Yucatán.
A los pocos minutos de la alerta por el sistema de observación de tsunamis en Estados Unidos, las autoridades mexicanas se dieron a la tarea de levantar la alerta. Sin embargo, afirmaron que no hubo un tsunami; lo que significa que no se elevó el nivel de olas, fura de la norma cotidiana.
Sin embargo, la página del gobierno de EU, tsunami.gov, manejó la alerta de que entre 30 centímetros y un metro se elevaría el tamaño de las olas. Turistas y varios lugareños, se dieron cuenta que las playas se replegaron unos 8 metros y despertó el pánico entre la población.
El problema más grave es que no hay una cultura para enfrentar un tsunami en las playas de la península de Yucatán. El retroceso de las playas o la elevación de unos cuantos centímetros implica encender las alertas oportunas. No hay un sistema de monitoreo y de sirenas para alertar y orientar a la población de los sitios seguros.
No debemos olvidar que la península se localiza en una zona altamente sísmica, ya que confluyen varias fallas, en lo que se le conoce como la “Placa del Caribe” y que abarca varios países centroamericanos desde Guatemala y Belice, curiosamente con la frontera de Chiapas, hasta la frontera entre Panamá y Colombia, además de afectar países como Jamaica y una pequeña porción de Cuba, a la altura de Santiago.
Un terremoto en esa zona generaría un oleaje peligroso, y en poco tiempo, en nuestras bellas playas quintanarroenses. Ningún gobernador de esa entidad ha puesto atención en la prevención de desgracias. No cuesta, financieramente, mucho. En cambio, la falta de una alerta oportuna, podría provocar muerte y daños materiales incalculables.
Carlos Joaquín González, gobernador de Quintana Roo, quien por cierto ayer se reunió con la comunidad libanesa en la Ciudad de México, debería poner especial énfasis en evitar una catástrofe con un tsunami. Salvaría muchas vidas.
Poderosos caballeros:
Repentinamente, tanto el PRI como Morena, salieron con personajes que son impresentables. Por ejemplo, el tricolor llamó a sus filas operativas a Salvador Jara, ahora exsubsecretario de Educación quien pesan sobre sus espaldas una buena cantidad de acciones que no son del todo aceptadas por las normas de ética del gobierno federal, como el manejo presupuestal de los dineros de las universidades.
Muchas de estas instituciones se convierten en la caja chica de gobernadores o de políticos que manejan los congresos locales en muchas entidades del país. El manipular el presupuesto, se convierte en un arma política para desviar recursos en favor de gobernadores o cualquier otro tipo de políticos. Ejemplos claros son la misma universidad Nicolaita de Michoacán, de la que conoce muy bien Jara sus entrañas; la de Morelos, que provocó enfrentamientos entre el rector y el gobernador Graco Ramírez; y muchos casos más.
Otro ejemplo, pero ahora en Morena, la franquicia partidista propiedad de Andrés Manuel López Obrador, es el exgobernador de Michoacán, Fausto Vallejo, quien salió muy mal de su administración donde se le acusó de solapar a su hijo para obtener recursos ilícitos en favor de grupos de criminales organizados.
Este caso, muchos políticos de viejo cuño, piensan que se trata de la compra de la candidatura para la alcaldía de la capital michoacana, Morelia. Yo no lo creo, pero se pueden dar casos. Ni AMLO sabía de Fausto.
Responsabilidad social corporativa:
Como mencionamos hace poco tiempo, la trasnacional Nestlé, liderada por Marcel Melchior, invertirá 70 millones de pesos para renovar los equipos de su planta de café en Toluca, Estado de México para reducir su consumo eléctrico en 13 por ciento.
La responsabilidad de cumplir con ese objetivo es de Francis Pérez, directora de sustentabilidad de Nestlé México, quien deberá sumar esta iniciativa a sus estrategias en reducción de costos como el bajar su consumo de agua en 60 por ciento, planes que en total suman inversiones por 560 millones de pesos.
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