Día 27. Economía: no cuadra 2025 y los mensajes del FMI
OAXACA, Oax., 15 de marzo de 2020.- Coronavirus y género representan el tipo de riesgos y de oportunidades, respectivamente, que ya caracterizan el siglo 21.
Por una parte, pandemias, desigualdad y pobreza, cambio climático, guerras, crimen y terrorismo, nuevo autoritarismo, irresponsabilidad e impunidad, incertidumbre y desesperanza globales y locales son elementos del círculo vicioso predominante y amenazante.
Por la otra, previsión, redistribución y austeridad,, feminismo y masculinismo, integridad y sustentabilidad, cooperación, equilibrios y comunidad, democracia y justicia, paz y emancipación son factores que deben cobrar fuerza.
La situación de tránsito o cambio entre épocas –de pre moderna a moderna y de esta a posmoderna, según los casos– y condiciones sociales –rurales, urbanas, metropolitanas, neotribales y meta burguesas– y de gobierno –entre democracias y autoritarismos– que estamos viviendo con todos aquellos vicios y todas estas aspiraciones, no deja lugar a dudas:
Nuestro compromiso debe ser tanto con los nuevos valores y prácticas culturales como con las mejores y nuevas garantías para vivir bien.
Me refiero a que estamos presenciando, protagonizando y padeciendo, en vivo y a todo color, una crisis múltiple que demanda innovaciones mayúsculas.
Desde hace años la crisis obedece al círculo vicioso que debilita el estado de derecho, los derechos sociales e individuales y los valores democráticos poniendo en riesgo la viabilidad de la Humanidad y el planeta.
De manera paradójica, la oportunidad que la crisis nos brinda es grande:
Se trata de aprovechar crisis como la que provoca el Covid-19 para aumentar la conciencia sobre los fenómenos sociales que nos son adversos y cambiar mentalidades y conductas.
Balancear las prácticas individualistas y egoístas –que también son legítimas–con otras cooperativas y solidarias entre mujeres, hombres y personas con identidad diversa que inciden en el fortalecimiento del tejido familiar, vecinal y comunitario, desde el barrio hasta las ciudades, y por supuesto en el mundo digital.
Apuntalar la funcionalidad de las instituciones que deben dar muestra de coordinación efectiva, sin referencia a banderas y colores. Esto incluye la gran oportunidad del federalismo del siglo XXI.
Se trata de que incrementemos la claridad mental en torno a la relevancia de forjar garantías constitucionales renovadas para el bienestar común y concretar la libertad y la igualdad reales.
En el esquema del estado constitucional multinivel, en penosa construcción, deberemos reemplazar con pequeñas y grandes acciones el círculo vicioso por un círculo virtuoso con garantías para tod@s y condiciones para la vida buena.
Los riesgos seguirán ahí… las oportunidades también. Hay que aprovecharlas.