Llora, el país amado…
CIUDAD DE MÉXICO, 2 de diciembre de 2019.- El día de ayer el presidente Andrés Manuel López Obrador rindió su primer informe de gobierno y ha dejado luces y sombras. Veamos.
Primero. La verdad u objetividad es un concepto abstracto que aplica según la cultura, la ideología, las folias y fobias del que emite su juicio. No hay una verdad unívoca, es un concepto percibido.
A nivel retórico se afirma que el gobernante debe gobernar para “todos”. ¿Pero quiénes son “todos”? De entrada, se pensaría que cada uno de los segmentos de la sociedad. Esta apreciación, sin embargo, es falsa. Se gobierna en buena medida para los electores de una opción política que ha ganado en las urnas, sin descuidar como una segunda prioridad a los estamentos divergentes.
El gobierno de la 4T está dirigido a dar énfasis a su electorado: los grupos más vulnerables de la comunidad que tienen a un presidente que consideran como uno de los suyos. Es natural que los principales capitales hagan causa común con el gobierno por la interdependencia entre el gobierno y aquéllos.
Segundo. El presidente llega a un año de gobierno con problemas de seguridad, violencia y falta de crecimiento económico. No obstante, lo anterior, sigue con un apreciable apoyo de sus bases sociales porque tienen la expectativa de que su circunstancia mejorará y toleran los errores de implementación y las curvas de aprendizaje pronunciadas.
La polarización es un asunto que tiene lugar en los medios, no en las pautas comportamentales de la sociedad ni en las fuerzas armadas que han reiterado su apoyo al gobierno de López Obrador. Ni el señor Claudio X. González Guajardo o el ex presidente Felipe Calderón tienen los mecanismos para generar que la Marina, la Secretaría de la Defensa Nacional y la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana sean persuadidos para romper la disciplina castrense y embarcarse en un movimiento dirigido a un golpe de Estado.
Tercero. Hay una obra clásica en neurociencias de Leon Festinger (A theory of cognitive Dissonance. Stanford University Press. 1957) que es aplicable al fenómeno comunicativo del presidente López Obrador. La cognición es el conjunto de informaciones percibidas que tiene un ser humano para formar sus juicios de valor sobre él y su relación con los demás.
La disonancia cognitiva es un conflicto entre lo que hace una persona y lo que quiere hacer. El sistema nervioso central como un mecanismo de defensa busca minimizar la disonancia o contradicción para incorporar en su lugar la congruencia entre lo que piensa y lo que hace. Las mañaneras, la austeridad de vida y la mayor parte de los juicios de valor del presidente embonan con su vasto electorado, tanto que tiene un mayor peso la aceptación que los errores con sustento o sin él.
Cuarto. Los partidos de oposición han jugado en esta administración apelando a la razón, al sentido común y a los datos. No han tenido impacto, empero, en transformar las actitudes y comportamientos de quienes apoyan al presidente López Obrador porque su electorado no está compuesto de doctores en economía o en derecho o en cualquier otra disciplina donde podría internalizar valoraciones negativas sobre el rumbo de gobierno.
Esto explica que la oposición no tenga eco en los grandes grupos sociales y sus manifestaciones sean marginales. MORENA, por el contrario, tiene una amplísima experiencia en conducir movimientos sociales. Por lo anterior, no advierto señales que permitan pensar que haya un cambio de rumbo en la 4T.