Padre Marcelo Pérez: sacerdote indígena, luchador y defensor del pueblo
Indicador Político
CIUDAD DE MÉXICO, 12 de octubre de 2016.- Aunque tienen residencia estadunidense y pueden votar localmente, los exhortos de Salma Hayek y Kate del Castillo a favor de Hillary Clinton representan una evidencia de la muerte del nacionalismo mexicano. En lugar de impulsar organizaciones hispanas para operar como grupos de presión a favor de iniciativas migrantes, las dos han preferido asumirse como gringuitas negando el conflicto histórico que Donald Trump revivió con su racismo.
En México hay también ejemplares similares. La escritora Guadalupe Loaeza, la de las niñas bien, ha pedido de manera recurrente el voto a favor de Hillary Clinton pero no como ejercicio geoestratégico sino por simpatías con la esposa de Bill Clinton y a partir de una identidad de género que la propia Hillary Clinton nunca reconoció porque su única definición es la ambición de poder y su representación del establishment de los grupos dominantes en los EE.UU.
Estos casos y muchos otros de mexicanos con nacionalidad aun local –con o sin residencia estadunidense– dibujan a la primera generación de chicanos nacidos en México, son los hijos del tratado de comercio libre de Carlos Salinas de Gortari que pasó por la cancelación de la historia de acosos, mutilaciones territoriales, invasiones y dominaciones del imperio estadunidense sobre México. Son los hijos de ese modelo económico que subordinó a México a los intereses dominantes de los EE.UU., no sólo comerciales sino educativos e históricos.
Y son los nietos de la primera generación de norteamericanos que nacieron en México producto de la cultura musical importada, de las modas en el vestir y en el actuar, de la inevitabilidad histórica de un nacionalismo agotado por el PRI en aras de su sobrevivencia, de esa generación identificada y caracterizada así por Carlos Monsiváis en una crónica de 1969 sobre el gran concierto del grupo The Who, la generación de la ruptura social de los sesenta que encontró finalmente su residencia moral y territorial con el tratado de comercio libre, los nietos e hijos tecelianos de la integración económica que pasó primero por el fin de la historia mexicana de independencia con la firma del TCL.
Los que votan en las urnas estadunidenses y los que votan con su apoyo a candidatos del establishment contribuyen más bien a reforzar la dependencia. Al final de cuentas, Hayek y Del Castillo hacen negocios en los EE.UU. y necesitan no una definición moral o social sino una garantía para sus utilidades. Por eso piensan, actúan, se mueven y deciden como gringuitas y no como mexicanos, aunque los mexicanos aquí que apoyan con entusiasmo a Hillary andan con el deslumbramiento de la condición de género de Hillary, aunque en la realidad haya avalado la depredación sexual de su marido hostigando a las afectadas por su condición de mujer.
La primera generación de chicanos nacida en México es ya estadunidense.
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The White House 2016: Las campañas presidenciales en los EE.UU. tienen como escenario un chiquero. Pero la votación se dará en el terreno de la realidad real. Y ocurrirá lo que en España: a pesar de las evidencias de que el Partido Popular estaba hundido en la corrupción, el apoyo de los votos lo puso en primer lugar. La justificación fue realista: votar “tapándose las narices” para evitar el hedor, pero eludir aventuras. Los estadunidenses van a votar por Hillary Clinton tapándose las narices para no oler su corrupción.
Política para dummies: La política es el arte de ver la realidad en las apariencias, aunque luego se mueva en el escenario de las apariencias para evadir la realidad.
Sólo para sus ojos:
• El ajuste macroeconómico apenas empieza. Y si sectores que dependen del presupuesto están enojados con el recorte actual, deben prepararse para otro adicional al comenzar 2017. Las presiones inflacionarias, el desorden con el tipo de cambio y la falta de crecimiento en los EE.UU. están afectando a la economía mexicana.
• En sus cartas de invitación a los candidatos republicano y demócrata de hace semanas, el presidente Peña Nieto deja entrever una “revisión” de la relación con los EE.UU. Gane quien gane en las elecciones del 8 de noviembre, México no sólo necesita una revisión sino una redefinición. Aunque la presencia en la cancillería de una sobrina de Carlos Salinas de Gortari indica que no habrá nada que modifique el tratado comercial salinista de 1993, cuando ahí se localiza el problema de las relaciones bilaterales: o socios o subordinados.
• En Veracruz dicen que la salida de Javier Duarte del gobierno estatal será el 24 de octubre, aunque otros afirman que no saldrá por su decisión y que se quedará hasta la toma de posesión de su sucesor, aunque no asistirá a la ceremonia.
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