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Para la senadora Beatriz Paredes Rangel, el que todos los fondos y partidas de presupuesto automáticos para respaldo municipal o local hayan desaparecido y estén centralizados en este gobierno, la llevan a la sospecha de que se está construyendo un régimen de partido único similar al que protagonizó el Partido Revolucionario Institucional (PRI) en el Siglo XX, aunque con una diferencia:
“Las características del método, del modus operandi político, me llevan a pensar que lo que se está reconstruyendo es un régimen de partido hegemónico. Lo que tenemos es una regresión centralista. Sin embargo, estamos en el Siglo XXI, no creo que la historia se repita, los errores históricos se repiten, pero no la historia, aquí vamos a tener una variable, es la repetición de un régimen de partido hegemónico con el liderazgo en otro lado, no necesariamente en la presidencia”, mencionó en el Diálogo Nacional sobre Federalismo, convocado por el ITESO, el Colegio de Jalisco, el Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM y el Instituto Iberoamericano de Derecho Constitucional, y realizado en la universidad jesuita de Guadalajara, informó el Iteso en un comunicado.
Socióloga de formación, la política priista realizó un recorrido por la historia en el Siglo XX del federalismo mexicano, a partir de la Revolución Mexicana y el régimen de partido único emanado de ella —el Partido Nacional Revolucionario (PNR), que posteriormente sería el Partido de la Revolución Mexicana (PRM) y finalmente el PRI—, y de cómo una visión tímida del federalismo plasmado en la Constitución Política de 1917 no ha sido aplicada en términos prácticos y reales.
“Al término de la revolución, la corriente política ganadora se enfrenta a la dispersión del control político del país, debido a los caudillos regionales. Eso algo profundamente arraigado en la cultura mexicana de diversas regiones. En ese sentido, no utiliza los instrumentos jurídicos, sino que usa un instrumento político: la fundación del PRI, es lo que construye la posibilidad de articulación del país, como brazo político del titular del ejecutivo y a la vez jefe del partido”, explicó.
El modelo de partido hegemónico fue para Paredes Rangel la forma en que el sistema político concentró el poder y las atribuciones constitucionales concretas del presidente. Así, se articularon regiones políticas a partir de las candidaturas dictadas desde el centro y se consolidó un proyecto en el que caben todos, menos los que no estuvieron con la Revolución Mexicana.
La nación y, por ende, la federación, a través del artículo 27 constitucional, se volvió administradora del territorio y dueña del subsuelo y los recursos, con ello, los estados dejaron de tener jurisdicción sobre sus bienes básicos: “el sistema fue evolucionando, el país se volvió más complejo, el PRM se transformó en el PRI y se generaron los dos brazos de organizaciones de masas afines al partido, la Confederación de Trabajadores de México (CTM) , que subordina al movimiento sindical al partido, y la Confederación Nacional Campesina (CNC), que aglutina al movimiento campesino”, relató.
La ex embajadora de México en Brasil detalló que cuando se tomó la decisión de pasar el poder a los civiles, a partir de 1946, siendo Miguel Alemán el primer presidente no militar, se definieron los instrumentos de modernización y transformación del país, pero también del presidencialismo mexicano, que fue apabullando para los estados de la República.
Hasta el sexenio de Ernesto Zedillo —a partir de 1994— se dieron algunos primeros avances hacia la descentralización, luego, con la llegada de Vicente Fox —quien había gobernado un estado potente como Guanajuato y enarbolaba el impulso municipalista del Partido Acción Nacional—, es que se comenzaron a generar partidas directas a los municipios en el presupuesto. De hecho, del año 2000 a la actualidad surgieron intentos de procesos de descentralización en áreas como educación y salud, y se crearon algunos instrumentos para apoyar a los estados —fondos de apoyo a la infraestructura, o de capacitación y equipamiento de las policías locales—, que después se echaron para atrás.
“Pero los estados reprodujeron el centralismo absurdo del presidencialismo; los gobernadores se sienten presidentitos, no hay densidad ciudadana, hay una enorme debilidad en los congresos locales, no se generan los equilibrios, entonces, reproducimos esta tendencia brutal a la centralización, que está en la cultura política mexicana, en todos los partidos y en algunos, acendrado”, expresó.
Todos estos esfuerzos se comienzan a revertir cuando llega la discusión sobre si la estrategia de seguridad debe ser federalizada o central y, finalmente, en la presidencia de Felipe Calderón se decide que sea una estrategia central: “en paralelo debimos haber hecho una gran estrategia descentralizada y un apoyo federal a los municipios y los estados, pero nos hacemos bolas, nos equivocamos. Yo esperaba mucho más en el impulso al federalismo en el régimen de Peña (Nieto), porque había sido gobernador. Quizás hubo algún avance en crear mecanismos para que los estados pudieran ser más robustos en la estrategia de seguridad, pero fuera de eso, no hubo muchas cosas”.
La ex presidenta del PRI consideró que la llave maestra de control, además del régimen de partido hegemónico, ya en la etapa moderna, han sido el control fiscal y la incapacidad de los estados de dar la batalla y de no atreverse a denunciar el acuerdo de coordinación fiscal, a pesar de que existen posibilidades jurídicas de hacerlo.
La labor de la universidad frente al federalismo
Durante la inauguración del Diálogo Nacional sobre Federalismo, Catalina Morfín López, directora general académica del ITESO, recordó las tareas de toda universidad frente al federalismo, que tiene que ver con la forja de la conciencia para optar por una manera de conformar una sociedad más justa democrática y humana y ser el laboratorio de la sociedad que anhelamos, con favorecer la autonomía plural en los ciudadanos y las colectividades, y con crear una conciencia histórica.
“De cara a las recientes elecciones, las más grandes en la historia de nuestro país, independientemente de los resultados que ahora conocemos, ojalá que los mexicanos hayamos tenido la suficiente sabiduría y libertad para elegir a quienes se encargarán de ejercer los 20 mil 708 cargos de elección popular, y que sepamos cómo conducirnos, gobernantes y ciudadanos, con civilidad, respeto y apertura al diálogo en los meses siguientes”, declaró Morfín López.
En el acto de apertura estuvieron en el presídium Marcos del Rosario Rodríguez, director del Departamento de Estudios Sociopolíticos y Jurídicos del ITESO (Dsoj); Mónica González Contro, directora del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM y los investigadores de este centro, María Elisa Franco Martín y José María Serna de la Garza; Roberto Arias de la Mora, presidente del Colegio de Jalisco y el profesor-investigador del mismo, Jaime Olveda Legaspi, y Diego Valadés Ríos, presidente del Instituto Iberoamericano de Derecho Constitucional.
Olveda Legaspi dictó la primera conferencia de una jornada que contempló trabajos los días 4 y 5 de junio, bajo el título “La fundación de la República: federalismo y Constitución”, en la cual realizó un recuento de los pactos federativos y de gobiernos previos al constitucionalista del México independiente de 1824 –del cual se celebran 200 años–, es decir, el pacto colonial que dio origen a la conformación de la Nueva España, lo que permitió la unidad político territorial, y el pacto del primer imperio mexicano encabezado por Agustín de Iturbide, que fue un periodo de transición entre el régimen monárquico y el régimen republicano, a través de una monarquía constitucional.