Ante tecnología, el periodista debe cambiar la forma de contar historias
RÍO BLANCO, Ver., 5 de septiembre de 2016.- A finales de 2010, el salvadoreño Jesús logró llegar a Nuevo Laredo, Tamaulipas. Su hermana —quien ya vive en Estados Unidos— consiguió dinero y le pidió que viajara a Reynosa, donde alguien lo iba a “cruzar”.
Él mismo habló con el “pollero”, quien le aseguró que todo estaría bien, pero al llegar, elementos de las policías Federal y Estatal lo bajaron del autobús. Como no tenía papeles, le pidieron que cantara el Himno Nacional.
Conocía algunas estrofas, pero no pudo esconder su falta de dominio. Lo subieron a una patrulla, lo detuvieron y lo mantuvieron cuatro días en una celda junto con un hondureño, un peruano y un guatemalteco. Los interrogó el Comandante de la Policía, con quien se sinceraron. Prometió ayudarlos y llamó a un hombre al que apodaban “El Rata”. Llegó armado, los subió a la batea de una camioneta y se los llevó, custodiados por otros hombres, a una casa de seguridad a la que llamaban bodega.
Al día siguiente, cuando su hermana pagó los mil 200 dólares que le exigieron, pudo comer nuevamente: “Si no pagas la cuota, no comes. En lugar de eso te golpean tres veces al día con una herramienta que llaman Bartola, parecida a un bate de beisbol. Afortunadamente no me golpearon”.
La información completa en Quadratín Veracruz