Respuesta a la violencia e inseguridad
CIUDAD DE MÉXICO, 14 de marzo de 2018.- Cuando Ricardo Anaya Cortés lanzó su precandidatura presidencial, cuando menos hubo tres puntos que le dieron espacio en el escenario electoral: la alianza con el PRD, el cambio de régimen y el gobierno de coalición. En medio del acoso por la alianza PRI-PGR, el único camino que tiene Anaya para relanzar su candidatura radica en el papel de Miguel Ángel Mancera como pivote de una propuesta de transición de régimen.
Por alguna razón Anaya ha decidido combatir a la PGR en solitario, en lugar de abrirse a su alianza con el PRD y de rescatar el gobierno de coalición. En los hechos, Anaya ha caído en el juego palaciego de debatir la acusación en su contra y no saltar ese tema con el rescate del mensaje de cambio de régimen. Si Anaya insiste en dar él solo la lucha, su derrota será inevitable y con ello hundirá la audacia del acuerdo PAN-PRD –centro-derecha y centro-progresismo– para cambiar justamente del régimen que lo está tratando de sacar de la jugada electoral para beneficiar al candidato priísta José Antonio Meade Kuribreña.
En una reciente entrevista con Ciro Gómez Leyva, Mancera señaló que la única salida institucional de la crisis de gobernabilidad de la república se localiza en el gobierno de coalición, bandera que enarboló Anaya para armar la alianza PAN-PRD –MC no cuenta– y que luego la pasó al último lugar de sus definiciones de campaña.
El escenario electoral se está definiendo con posicionamientos claros: Morena y López Obrador tienen la estrategia de recoger todo el cascajo sistémico priísta y aspiran a restaurar el modelo priísta, con el tabasqueño como el caudillo bonapartista apuntalado por los movimientos sociales desclasados de las formaciones lumpen que viven y negocian voto a cambio de beneficios directos; el PRI, a su vez, busca consolidar el presidencialismo obregonista igualmente caudillista que López Obrador y de la misma manera absolutista.
En este escenario, la única salida institucional que tiene el país radica en el cambio de régimen basado en el gobierno de coalición. Ése era, cuando menos, el mensaje de la alianza PAN-PRD, dos partidos de ideologías encontradas pero conscientes de la modernización inevitable del sistema/régimen/Estado. La ingobernabilidad es producto de la persistencia del viejo régimen ante una dinámica social que exige nuevas formas de participación democrática, no caudillismos populistas autoritarios ni presidencialismos autoritarios.
Sólo que Anaya pareció olvidarse del gobierno de coalición y ha centrado la candidatura PAN-PRD en él mismo y en su condición de víctima. Sin embargo, la bandera del gobierno de coalición y de cambio de régimen lo posicionaría de nueva cuenta como la alternancia al PRI del viejo régimen y a Morena de López Obrador que a su manera quiere restaurar el viejo modelo populista del PRI.
Acosado por la PGR, sin más discurso de campaña que defenderse y con el compromiso incumplido de proyectar la alianza PAN-PRD para alejarse del PRI y reducir su desventaja con Morena, Anaya no tiene más camino que consolidar la alianza con Mancera, la figura no partidista más competitiva en función de gobierno de coalición y cambio de régimen.
Si no, Anaya puede ahogarse solo.
Política para dummies: La política es la definición concreta de objetivos, no el dominio de las pasiones.
Si yo fuera Maquiavelo: “Y quien los adquiera (los nuevos principados) si desea conservarlos, debe tener dos cuidados; primero, que la descendencia del anterior príncipe desaparezca; después, que ni sus leyes ni sus tributos sean alterados”.
Sólo para sus ojos:
· Recuerde consultar todos los días el sitio www.seguridadydefensa.mx para estar enterado de los juegos geopolíticos de poder.
· El comité de inteligencia de la cámara baja de EU absolvió al presidente Trump del Rusiagate y dejó sin litis al investigador independiente Robert Mueller.
· López Obrador está en una trampa dialéctica; si no debate antes de los debates oficiales, dejará la impresión de arrogancia; y si debate puede perder puntos. Los debates serán, de nueva cuenta, el dolor de cabeza del tabasqueño, sobre todo porque Ricardo Anaya y Meade Kuribreña son muy dinámicos en las discusiones y López Obrador se sigue atorando en sus explicaciones.
· La líder estudiantil del 68 Ana Ignacia Rodríguez dice que va a morirse sin saber qué pasó en Tlatelolco. Lo extraño es que ella estuvo directamente en el incidente. O sabe mucho y no quiere decir.
· Famosas últimas palabras: “Lo que no te mata te hace más fuerte”: conseja popular para quienes participan en los juegos palaciegos de poder.
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