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CIUDAD DE MÉXICO, 6 de marzo de 2017.- La Reforma política-electoral que propone Acción Nacional pone énfasis en la aprobación de la segunda vuelta electoral, que desde 1989, presentó el PAN con Juan Antonio García Villa; después en 1998 con Rafael Alberto Castillo; luego en el 2006; posteriormente en el 2009 y ahora en el 2017. La propuesta se da en medio del debate de la Ley de Seguridad Interior, una de las máximas prioridades para el PRI por la creciente presión que ejercen la Fuerzas Armadas.
En un contexto como el mexicano, en donde progresivamente se va asentando la tendencia hacia un sistema de tres partidos acompañado de un nivel de polarización ideológica importante. La fórmula que se propone difícilmente podrá alcanzar los resultados de que el ganador sería respaldado por una amplia mayoría de electores. La iniciativa, sin expresarlo abiertamente por supuesto, parte del convencimiento de que el PAN es el partido más importante del país, y desde esa lógica, da por sentado que iría acompañado por el PRI en la segunda vuelta.
Si en la lógica de la doble vuelta se encuentra el fortalecimiento de la legitimidad de quien resulta electo, ¿es verdad, como lo sugiere la iniciativa, que el ganador estaría respaldado por una amplia mayoría de electores? Es en esta mayoría donde se esconde la singularidad del mecanismo. Nuestro sistema electoral distingue los votos emitidos de los votos válidos, siendo estos últimos los que quedan, una vez que se han separado los votos nulos y los emitidos a favor de candidatos no registrados.
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Quadratín Debate