![](https://oaxaca.quadratin.com.mx/www/wp-content/uploads/2017/12/narco-107x70.jpg)
Trump no puede romper escudo de seguridad nacional de México
Diario de San Martín
Para Juan Manuel y Selene del Carmen
Lo sabe la industria editorial, para llegar a los lectores habrá que identificar los intereses de los lectores; este hecho, que pareciera tan simple, resulta el impedimento para difundir la lectura en Oaxaca.
Algunas veces me da por regresar a los maestros, a las definiciones primeras; de esa forma abordo la cuestión que quiero tratar: ¿Cuál es la definición de literatura? Dice Piglia que para que se pueda hablar de una literatura, ésta tendrá que contar con lectores (en México hay libros, pero no lectores).
La tarde allá afuera exige una pausa. Dejo el trasto de las letras, camino al patio, Monte Albán se levanta como un misterio, entre brumas; los historiadores aún encuentran el significado de las palabras Monte Albán; desde el patio puedo ver el cerro coronado de nubes, albo. ¿Monte albo?, quizá en esta característica esté el significado del nombre del cerro antiguo.
De vuelta al trasto de las letras escribo, las letras urgen: ¿qué se necesita para generar lectores? Según Cassamy (2007), escribir es “un sistema de organización (…), los escritos tampoco son sonetos improvisados o esculturas aisladas, sino piezas del engranaje de un sistema de comunicación”.
Tarde nublada. La afirmación me otorga un indicio, algo que me gustaría seguir; levanto esta pregunta: ¿El sistema de comunicación que se establece entre el escrito y el lector termina cuando se cierra el libro? La respuesta será no, el engranaje continúa en movimiento con las páginas ya cerradas.
¿A qué se refiere esto? A que cada lector utiliza el sistema de comunicación para sus intereses personales. Pongo este ejemplo: Por la mañana de este viernes E, la periodista, leyó las noticias. Quería saber si continúan los bloqueos viales en la ciudad, por la tarde saldría a Nejapa a cubrir un evento de cine. Para saber qué hacer, qué medidas tomar con su tiempo para no llegar tarde a su compromiso, leyó la información vial.
En redes sociales buscó sobre el tema que le interesaba; esa mañana no había bloqueos viales en la ciudad; pero, como buena periodista, no contenta con los datos obtenidos en su lectura, se comunicó por Watts con algunos de sus amigos, preguntó si alguien podría corroborar la información.
¿Dónde inicia y termina el ciclo de la comunicación que inició E con la lectura del reporte vial? ¿Cuándo recibió la notificación de que ya no existían limitaciones para el tránsito? No, el ciclo de comunicación iniciada con la lectura no terminó en esa fase, continúo por watts. Y de watts saltó al Face; era la mañana temprano, E contaba con tiempo; en el Face pudo ver que ya había paso, y que incluso circulaban memes contra el gobierno, por el mal desempeño en la crisis de tránsito.
¿Terminó el ciclo de comunicación en los memes? No, E se comunicó con su prima Mercedes, el tema de la conversación no fue la lectura ni la comprobación que hizo, el tema fue los memes. El proceso de comunicación iniciado con la lectura se hizo chisme.
Y aquí aterriza la cuestión que tantos y tantos problemas acarrean a editoriales, autores, gobiernos, a la misma Secretaría de Educación, los padres de familia y los estudiantes, ¿cómo motivar la habilidad lectora? El ciclo de la comunicación que inicia la lectura se complementa con el uso de un lenguaje diferente al escrito: la tradición oral.
Cuando promovemos la lectura promovemos el chisme, que la gente hable de lo leído u opino sobre un tema X con la información recibida en la lectura. Al final de cuentas, el pecho humano no es bodega.
La agrafía nos persigue porque nos gusta hablar. Y aquí estará la clave para conseguir lectores, tocar temas que tengan relación con la experiencia del lector (Piglia), no con las pretensiones culturales de escritores, editoriales, la SEP o los profes de ñengas academias.
Cada pueblo y cada tiempo demandan sus ciclos de la comunicación, sus temas prioritarios; cada generación tiene sus dudas y sienten necesario un ciclo de comunicación donde éstas sean resueltas; ni los llamados buenos autores, ni los buenos profesores, ni los nobles padres de familia pueden llegar a tener idea de esos temas porque pertenecen a otro tiempo, otras experiencias. En este hecho está la vigencia de la literatura.
Desde luego, se ratifica: una biblioteca establece una propuesta de futuro; se escribe para un lector del futuro (Macedonio Fernández), para el porvenir que traerá dudas y lectores, que llegará con el signo de nuevos ciclos de la comunicación.