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CIUDAD DE MÉXICO, 28 de julio de 2017.- La plana mayor de Morena en la capital salió en defensa del delegado en Tláhuac, Rigoberto Salgado, antes de que concluya la investigación que deslinde responsabilidades.
Salen a defenderlo no porque sepan que es inocente de la tragedia delictiva en esa demarcación bajo su responsabilidad, sino porque es su compañero de partido.
Martí Batres y Claudia Sheimbaun son los líderes en la defensa del delegado, y afirman que él y Morena son víctimas de un linchamiento político, pues la seguridad en Tláhuac es responsabilidad del gobierno de la Ciudad de México.
En algo tienen razón. El Jefe de sector de la policía capitalina no puede ser ajeno a lo que ahí ocurría. Cuando menos estaba al tanto del narcotráfico y demás actividades delictivas de la banda de El Ojos.
Resulta incomprensible que el encargado de las fuerzas de seguridad en esa delegación ignorase el trasiego de drogas, armas, desapariciones, derecho de piso y otras actividades criminales del grupo delictivo.
Pero también tiene razón la secretaria de Gobierno, Patricia Mercado, al afirmar que Rigoberto Salgado nació en Tláhuac, ha vivido siempre en Tláhuac y como delegado conoce el quién es quién en la zona, que por cierto no es muy grande.
Aquí no hay inocentes. Se dejó crecer el narcotráfico y otros delitos asociados al desgobierno en esa demarcación, hasta que afortunadamente la Marina con apoyo de la Policía Federal entró y en unos cuantos minutos pusieron orden.
Morena no puede ocultar que el delegado es la autoridad política y su hermano era el líder de una agrupación de mototaxis, responsables de repartir la droga y avisar cuando se aproximaba alguna inspección policiaca o merodeaban sujetos extraños que pudieran ser agentes federales encubiertos.
(No olvidar que cuando tres agentes recorrían Tláhuac para investigar narcotráfico, en 2004, halcones delataron su presencia y fueron linchados y quemados vivos por la población, ante la mirada de un batallón de la policía al mando de Marcelo Ebrard).
Cuando hace una semana entraron la Marina y la PF a Tláhuac, los mototaxistas incendiaron vehículos de transporte público e intentaron bloquear los accesos al lugar donde se ocultaba “El Ojos” para permitir su huida, lo que no ocurrió.
El delegado dijo que no se enteró de nada. Que se lo crea Martí. Eso no es posible en un lugar tan pequeño como el pueblo que es la delegación Tláhuac.
Lástima que Morena politice una acción indispensable de seguridad en la capital del país, donde anidaban delincuentes peligrosos que tendían a convertirse en un cártel de distribuidores de droga y extorsionadores armados en el sur de la ciudad.
Son dignos de investigarse los indicios de nexos del delegado con el grupo criminal, y defenderlo únicamente porque es militante de un partido, Morena, desnaturaliza la justicia.
Esa es la estrategia que usa ese partido en otros órdenes. Cuando los delincuentes son de Morena están perdonados y son dignos de defensa antes de que se investiguen los hechos. Los que no se han sumado a sus filas, están condenados de antemano.
Lo que procede es que la Procuraduría capitalina llame a cuentas al Jefe de sector de la policía, y también al delegado. Que no le tenga miedo a la presión política.
¿Hasta dónde llegaban los nexos del delegado y el jefe policiaco con el grupo criminal que amenazaba con apoderarse de una parte de la Ciudad de México?
Parecen evidentes. Como evidentes son las intenciones de líderes de Morena como Batres y Sheinbaum al proteger a un delegado que tenía al narco en su casa.