Diferencias entre un estúpido y un idiota
* El silencio de Donald Trump sobre el terremoto, un golpe diplomático que resiente el gobierno
* Taxistas del aeropuerto de la Ciudad de México le robaron más de 771 millones a los usuarios
CIUDAD DE MÉXICO, 13 de septiembre de 2017.- Muy pocos han percibido el silencio que hasta este martes ha mantenido el presidente de Estados Unidos Donald Trump, sobre el terremoto de 8.2 grados en la escala de Richter que sacudió el pasado jueves a una extensa zona del sureste y centro del país, y que ha arrojado hasta ahora 96 muertos y al menos 2.5 millones de damnificados.
Pese a que la vocera de la Casa Blanca, Sarah Huckabee, comentó que el presidente estadounidense llamaría ayer martes por la tarde al mandatario mexicano, lo cierto es que si el diálogo tuvo lugar, los detalles de la conversación no fueron divulgados por ninguno de los 2 gobiernos.
No obstante, el silencio de Trump en torno a la tragedia que vive gran parte del territorio mexicano es una condición que ya no debería sorprender a nadie, pues denota la típica actitud de un hombre que fincó su triunfo electoral fomentando su animadversión hacia México, al promover la expulsión masiva de indocumentados, la construcción de un muro fronterizo y terminar con el Tratado de Libre Comercio (TLC).
Hoy como mandatario en funciones, ha basado la relación bilateral en la reiteración de sus posturas arbitrarias, extremistas y antimexicanas. De ahí que la enorme tragedia provocada por los sismos, pudiese no perturbarlo en el Salón Oval.
Una actitud muy distante y desatinada, si se le compara con la oleada de mensajes de solidaridad emitidos por parte de numerosos jefes de Estado y de gobierno, y muchas figuras públicas -inclusive de la farándula estadounidense-, que se volcaron hacia México para ofrecer su respaldo, así sea sólo moral, que también se agradece.
Por ejemplo, el primer ministro de Canadá, Justin Trudeau, se comportó a la altura de un buen vecino y dijo que “mis pensamientos están con los lesionados y todos aquellos que perdieron a sus seres queridos por el mortal terremoto de la noche pasada en México” y señaló que su país está listo para auxiliar a los damnificados.
Por supuesto, varios mandatarios latinoamericanos -entre ellos la chilena Michelle Bachelet, el peruano Pedro Pablo Kuczynski, el colombiano Juan Manuel Santos, el panameño Juan Carlos Varela y el guatemalteco Jimmy Morales-, tuvieron palabras de aliento hacia México, lo mismo que el presidente español Mariano Rajoy, quien expresó a Enrique Peña Nieto la “solidaridad, afecto y el pésame del pueblo español por las víctimas y daños del terremoto”.
Incluso la activista paquistaní Malala, ganadora del Premio Nobel de la Paz 2014, después del terremoto se manifestó preocupada por sus amigos de México y dijo que su familia y ella rezaban por su bienestar.
Quienes mostraron su inmediata solidaridad fueron el gobernador de Texas, Greg Abbott y la embajadora Roberta Jacobson
Hasta hoy el gobierno mexicano no ha querido decir nada de la actitud silente y poco solidaria de Donald Trump, pero cuando este lunes anunció su decisión de suspender la ayuda que había enviado a Texas, para enfrentar la catástrofe provocada por el huracán Harvey, de algún modo México quiso enviarle también un mensaje de reproche a Estados Unidos.
En un comunicado oficial, la Cancillería informó que el gobierno de México decidió cancelar la entrega de ayuda humanitaria a Texas, pues ya no existen condiciones para otorgarla y argumentó que ahora requería canalizar todo su apoyo hacía las víctimas del temblor y del huracán Katia.
Los únicos altos funcionarios del gobierno de Washington que mostraron su inmediata solidaridad con México, fueron el gobernador de Texas, Greg Abbott y la embajadora de Estados Unidos en México, Roberta Jacobson.
“Nuestras oraciones están con familias afectadas especialmente en Oaxaca y Chiapas”, señaló vía Twitter Jacobson, quien asumió el cargo desde mayo de 2016, por designación del expresidente Barack Obama. La funcionaria estadounidense siempre se ha comportado como una gran dama y como una excelente diplomática, sabedora de que en estos momentos es en los cuales se conoce a los amigos.
Desde el momento en que ocurrió el sismo -del cual se han registrado más de mil réplicas-, transcurrieron 4 días para que el secretario de Estado Rex Tillerson, ofreciera oficialmente ayuda de su gobierno al titular de la Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE), Luis Videgaray, para atender a las víctimas del terremoto y del huracán Katia.
Para resarcir un poco esta lejanía -en su conversación sostenida el lunes por la noche con el canciller mexicano-, Tillerson manifestó sus condolencias por la pérdida de vidas causada por los sismos y el paso del huracán Katia en Veracruz y Puebla, y señaló que Estados Unidos “está listo para ayudar a nuestros vecinos en México, en este momento difícil”.
Lo más curioso, si nos sirve de consuelo, es que la insensibilidad del magnate estadounidense hoy convertido en presidente, no se circunscribe a los mexicanos, pues tampoco parece ocuparse siquiera de los problemas de otras naciones que no sea la suya.
Y realmente -si analizamos a fondo esta actitud de desdén de Donald Trump ante la tragedia que afrontan varios estados del país-, quizá no debiera extrañarnos tanto su postura, porque ¿qué otro gesto podríamos esperar de un presidente que ha llamado a los mexicanos violadores, narcotraficantes y asesinos, y que ha prometido deportar a 6 millones de inmigrantes?
Granos de Café
En medio de la vorágine de inmoralidades y corrupción que avasalla a los mexicanos, tal parece que otro ilícito similar podría carecer de relevancia, por más que nos exhiba a nosotros mismos como cómplices de esa conducta que ya nos identifica ante el mundo.
Cuánta razón tenía el entonces presidente, José López Portillo, quien aseguró que la corrupción es un problema que nos atañe a todos.
Si hablamos de la corrupción y decimos combatirla y seguimos incurriendo en ella –dijo él-, corremos el riesgo de convertirnos en un país de cínicos y eso sería lo peor que podría ocurrirle a México.
Y su vaticinio al parecer se cumplió. Ya los actores tradicionales –el gobierno, la IP y los políticos de todos los partidos-, no son los únicos o los más expertos en la ejecución de estas prácticas depredatorias contra los propios mexicanos.
Ahora, hasta los taxistas del Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México pasaron a ser actores de esta tragicomedia de cínicos, con el tramposo sobreprecio que desde hace más de 4 años impusieron a aproximadamente 12 millones de usuarios, al de por sí deficiente y caro servicio de transporte aeroportuario.
Lo asombroso es que la multa de 23 millones de pesos que por este motivo les impondrá la Comisión Federal de Competencia Económica, no obedece a este incremento, ya que en el colmo del absurdo, sus tarifas no están reguladas por la Secretaría de Comunicaciones y Transportes, sino autorreguladas por ellos mismos. Esto, de acuerdo con el Reglamento de Autotransporte Federal y Servicios Auxiliares que les permite determinar y modificar sus tarifas, sin necesidad de la aprobación de la Secretaría del ramo.
La afectación a los 12 millones de usuarios fue calculada en 771 millones de pesos. Lo que llama la atención es que la multa obedezca a la configuración del delito de prácticas monopólicas, porque las 5 organizaciones de taxistas que controlan el AICM, confabularon para establecer un sobreprecio.
Según Alejandra Palacios, comisionada presidenta de la Comisión Federal de Competencia Económica (Cofece), la actuación monopólica de Confort y Servicios en Transportación Terrestre (Confort), Porto Taxi Terrestre Ejecutivo (Porto Taxi), Taxistas Agremiados para el Servicio de Transportación Terrestre Sitio 300 (Sitio 300), Yellow Cab y Transportación Terrestre Nueva Imagen (Nueva Imagen) -así como 4 personas físicas que cometieron prácticas monopólicas absolutas-, podría llevar a la cancelación de las concesiones a la Secretaría de Comunicaciones y Transportes, a la que le corresponde esa determinación.
Pero como seguramente esto no ocurrirá, debemos estar casi seguros que serán los mismos grupos de taxistas los que seguirán operando no sólo en el AICM, sino que extenderán su dominio al nuevo aeropuerto capitalino en construcción.
Además, resulta inverosímil que la SCT -con su no menos controvertido secretario Gerardo Ruiz Esparza, quien debiera explicar por qué se duplicó el costo del trágico paso exprés en Cuernavaca o por qué permite la circulación de camiones doble remolque en todas las carreteras del país-, no hayan detectado esa colusión de taxistas que por sus pistolas, le robaron más de 771 millones a los usuarios…
… En Chiapas el golpe demoledor por los damnificados del sismo, permeó todas las estructuras de gobierno de la administración encabezada por Manuel Velasco Coello, quien no ha tenido tino alguno para designar a sus colaboradores, que salvo contadísimas excepciones, son una gavilla de ladrones y un verdadero lastre.
Ahí está por ejemplo la reciente “perla” de Óscar Ochoa Gallegos, coordinador ejecutivo del Fondo para el Fomento Económico de Chiapas, un pobre descerebrado y bueno para nada, quien -al rendir su relatoría durante una sesión extraordinaria del Consejo Estatal de Protección Civil-, al referirse a los deudos de quienes fallecieron a causa del sismo, dijo:
“Señor: todos tienen ya -los que aparecen en la lista-, su ataúd, su apoyo también del acta de defunción, su café, su pan y su carpa para que sea un menor dolor y un mensaje del señor gobernador de que está al pendiente de ellos”.
Así quedó asentado en un video que quien desee puede buscar en Youtube, y que para desgracia de este inútil ha sido replicado miles de veces en las redes sociales.
Los daños por el movimiento telúrico de 8.2 se replicaron en toda la entidad. Destruyó o dañó miles de hogares y afectó también en la capital del estado a uno de los símbolos de la mexicanidad chiapaneca, como lo es el Monumento a la Bandera -ubicado en el Parque Bicentenario, antes Parque Morelos, que representa la federación de Chiapas a México en 1824.
La primera piedra del conjunto escultórico fue colocada el 14 de septiembre de 1941 y la obra fue inaugurada por el presidente Manuel Ávila Camacho el 5 de febrero de 1943.
En su diseño y construcción participaron también Juan F. Olaguibel -autor de las estatuas respectivas y de la célebre imagen de la Diana Cazadora en la ciudad de México-, y el joven escultor y arquitecto Daniel D’Amico Andrade.
Hoy, en medio de la emergencia, los chiapanecos demandan también la reconstrucción del Monumento a la Bandera, tarea que podría ser encargada al destacado pintor, escultor y diseñador chiapaneco Gabriel Gallegos Ramos, sin duda el más reconocido artista, al que los responsables de rehabilitar la obra podrían convocar, y que por su experiencia es la única garantía para que el monolito recupere su aspecto original… Sus comentarios envíelos al correo [email protected]