Cortinas de humo
CIUDAD DE MÉXICO, 2 de abril de 2017.- Las historias del poder en México tienen sus paradojas: el recientemente fallecido Jesús Silva Herzog reventó una crisis en el gabinete en junio de 1986 porque representaba los intereses del Fondo Monetario Internacional y Carlos Salinas de Gortari ganó la nominación al representar entonces los intereses nacionalistas contra los bancos extranjeros.
Al final, Silva se pasó al progresismo y Salinas quedo como el adalid del neoliberalismo.
Como secretario de Hacienda negoció Silva Herzog una carta de intención estabilizadora con el FMI y así la presentó al gabinete presidencial: había que hacer más ajustes macroeconómicos para estabilizar al país; Salinas como secretario de Programación y Presupuesto se sacó de la manga la propuesta de rechazar al FMI en nombre de los intereses de México e instaló el modelo de “crecer para pagar”, no decrecer para garantizar deudas.
El presidente De la Madrid prefirió a Salinas; molesto, Silva Herzog se fue a su oficina, redactó su carta de renuncia y la envió al Financial Times, regresando a México por la vía entonces del teletipo.
Presidencia montó en cólera y De la Madrid ordenó una campaña de desprestigio contra el autorrenunciado ministro de Finanzas. El más servil en esa respuesta oficial fue el secretario de Gobernación y precandidato presidencial, Manuel Bartlett Díaz, quien acusó a Silva Herzog de traición a la patria.
Salinas se quedó como el eje del proyecto económico; De la Madrid nombro secretario de Hacienda a Gustavo Petricioli, pero el operador funcional fue el subsecretario de Presupuesto, Pedro Aspe Armella, quien se encargó de negociar con el FMI un programa de crecimiento, no de ajuste.
Con ese discurso nacionalista y de defensa de los intereses de México se ganó Salinas la candidatura presidencial en octubre de 1987, aunque ya había operado un programa neoliberal de adelgazamiento del Estado y como presidente entregaría la economía y el comercio mexicanos al tratado de comercio libre con los EE.UU.
Silva Herzog sí era considerado precandidato presidencial, pero en competencia con el secretario de Programación. En los hechos, Salinas fue el pivote del proyecto económico de apertura y desestatización de De la Madrid, en tanto que Silva Herzog sólo era el responsable de las finanzas pero sin ningún proyecto audaz; peor aún, en la negociación con el FMI fue más fondomonetarista que los técnicos del organismo.
El país vivió su peor crisis financiera en el periodo 1981-1989, mucho por el populismo de gasto sin ingresos del echeverrismo y de desorden en el gasto por los ingresos petroleros en el lopezportillismo: inflación, devaluación y ajuste del PIB por órdenes del FMI, seguido por el ajuste inflacionario del delamadridismo.
Lo que pocos entendieron fue que Salinas aparecía como el nacionalista en la negociación con los bancos, pero ya había aplicado el programa de ajuste del FMI y del Banco Mundial.
Silva Herzog fue un hombre del sistema; derrotado por Salinas, se quedó pululando en cargos menores en el gobierno, hasta llegar a ser embajador de México en los EE.UU. con el presidente Ernesto Zedillo y le tocó operar el paquete de salvamento de Clinton a cambio del embargo de la cuenta petrolera. En el 2000 fue candidato del PRI a la jefatura de gobierno del DF y dejó al tricolor en tercer sitio.
Al final, sin quererlo, Silva Herzog entronizó a Salinas en el poder.
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