La posverdad judicial
Uso de razón
CIUDAD DE MÉXICO, 20 de diciembre de 2016.- El fin de semana se reunieron a cenar en Nueva York el próximo presidente de Estados Unidos, Donald Trump, y el hombre más rico de México y entre los principales del mundo, Carlos Slim.
Se trata de una buena noticia para Carlos Slim y sus muy legítimos negocios en Estados Unidos, que molestan al irritable magnate que dentro de unas semanas ocupará la oficina oval de la Casa Blanca.
Pero el yerno de Slim, Arturo Elías Ayub, informó a través de su cuenta de tuiter que la reunión fue cordial, “con muy buen ánimo para México y los Mexicanos”.
Ahí sí, momento.
El ingeniero Slim no puede ser el representante de los intereses de los mexicanos, sino únicamente de sus empresas y de su muy respetable familia.
La reunión de Slim con Trump se da en un contexto de vacío de interlocución gubernamental con el equipo que comenzará a dirigir los destinos y las decisiones de Estados Unidos el próximo 20 de enero.
¿Qué papel juega Carlos Slim ante Donald Trump?
Si fue a dialogar de los temas de sus empresas o de lo que se les venga en gana, perfecto y es de celebrarse que hayan cenado juntos.
Pero es un asunto de Slim y Trump y nada más.
Aunque según el anuncio que hace su yerno y generalmente vocero, la reunión versó sobre temas “de México y de los mexicanos”.
¿Fue Slim como enviado extra oficial del gobierno mexicano a dialogar con Trump?
Da la impresión de que así es, lo cual es una noticia cuando menos extraña y desde luego nada alentadora.
Ante la falta de interlocución política con el próximo Presidente de Estados Unidos, va Carlos Slim como “puente”.
Eso es lo que se percibe por la ausencia de contactos diplomáticos abiertos con el nuevo equipo gobernante de Estados Unidos, al grado de que esta vez no habrá la tradicional reunión entre Presidente Electo y Presidente en funciones de los vecinos que más se visitan en el mundo.
A ese panorama hay que sumarle la virtual designación de Luis Videgaray como representante sin cargo ante la nueva administración de Estados Unidos.
Si Videgaray tuviera una función oficial en el gobierno de México, nos estaría representando ante Trump con todas las de la ley.
Pero no es así. Videgaray no tiene cargo alguno, y se reúne con el yerno de Trump, Jared Kushner, quien tampoco tiene nombramiento.
La relación no puede quedar en manos de un (visionario) político en retiro como Videgaray, y el yerno de Trump que no toca ningún instrumento en la orquesta del próximo Presidente de Estados Unidos.
A todo esto, ¿cómo queda el gabinete mexicano con la interlocución de Videgaray ante Trump?
Y con Carlos Slim que nos manda decir que tuvo una cordial reunión con Donald Trump, en la que hubo “buen ánimo para México y los mexicanos”, el desconcierto es aún mayor.
Por donde se quiera ver, las señales con confusas.
Esperemos que a partir del 20 de enero regrese la institucionalidad a las relaciones con Estados Unidos y no las dejemos en manos de magnates, yernos y ministros sin cartera.