Diferencias entre un estúpido y un idiota
La habilidad del presidente Andrés Manuel López Obrador para ocultar los verdaderos problemas nacionales creando distractores de la más diversa y divertida índole, es algo reconocido por propios y extraños.
Pero en los momentos de crisis que vive el país, el horno no está para bollos con distractores vaciladóres que traten de tapar el sol con un dedo.
La inseguridad pública que tiene verdaderamente llena de pánico a nuestra sociedad es un gravísimo problema de carácter nacional. Igual como lo es el tráfico de drogas que va de México hacia Estados Unidos y el creciente consumo de estupefacientes por miles de mexicanos.
Las elecciones que habrán de celebrarse en junio próximo en Coahuila y el Estado de México no pintan nada bien para Morena y ello debe tener preocupado al presidente de México.
Y eso no lo resuelve con mascullados distractores como el de nombrar al Padre Solalinde el nuevo redentor que va a poner en orden el fenómeno migratorio.
Lo mismo es el caso de distractores que ya no funcionan que tratan de ocultar la realidad de que algunas de sus corcholatas no le garantizan un relevo exitoso y seguro.
Como el secretario de gobernación, Adán Augusto López, que acaba de nombrar un equipazo de promoción con puro cartucho quemado, o la jefa de gobierno de la CDMX, Claudia Sheinbaum, que parece estar salada porque cuando no se le siniestra el metro se le prende media Central de Abastos de Iztapalapa.
Esos prospectos sucesorios la verdad es que de plano no le garantizan al tabasqueño que serán capaces de realizar en su momento gobiernos de continuidad.
Unos gobiernos que lo protejan primero de cualquier travesura judicial que se le pudiera aparecer, y después, que le den continuidad, sin dinero en las arcas públicas, a sus proyectos icónicos como el Tren Maya, la refinería de Dos Bocas o el pleno funcionamiento del aeropuerto Felipe Ángeles.
Salir con la puntada que el curita Solalinde será el encargado de terminar con la hidra de no sé cuántas cabezas que representa el negocio de la trata de personas que se realiza con los inermes y desamparados migrantes, nacionales y extranjeros, es de verdad ya una exageración del presidente en su capacidad de crear distractores que le permitan que no se le venga el mundo encima con una problemática nacional que, para empezar, se reconoce en el hecho de que la llamada inflación subyacente, esa que se refleja en el aumento de precios de los productos de consumo básico, sigue creciendo a pesar de que el INEGI proyecta una cifra desubicada de la realidad nacional ¡anunciando que la inflación bajó apenas unas décimas de puntos¡
O tratar de meternos, otra vez, el dedo en la boca diciendo que la compra de la chatarra a Iberdrola es ¡una segunda expropiación eléctrica¡ cuando la opinión de los especialistas es que esa transacción se realizó entre dos particulares, que el gobierno no gana nada y por lo tanto carece de control alguno sobre la distribución de energía y que, con Manuel Barttlet a la cabeza, estamos a salvo de cualquier contingencia de quedarnos sin electricidad, como se presagia para los tiempos más calurosos del verano, donde seguramente vendrán más apagones, es una verdadera chulada de distractor.
Si el presidente López Obrador está seguro de que MORENA ganará los comicios presidenciales del 2024, seguramente se basa en que la oposición no ha sabido constituirse en una verdadera opción de cambio.
Pero repito, con sus corchalatas favoritas, el tabasqueño ni tiene su futuro personal asegurado y menos el país saldrá de la gravísima problemática por la que atraviesa.
Como se pudiera decir en la temporada Santa que estamos terminando: ¡Asnos Dios de tu rebaño!