
Oaxaca, invitado de honor en la FIL de Palacio de Minería
Un texto de Julio Sánchez Gil, miembro de la Real Academia de Bellas Artes y Ciencias Históricas de Toledo, España:
La artista plástica Soledad Velasco presenta en la actualidad una obra comprometida con los principios humanísticos fundamentales de honestidad y verdad que la alejan del mercantilismo que hoy en día rige el mundo globalizado.
Velasco es una mujer que devotamente acude a la pintura para interpretar submundos inimaginables, posiblemente recreados a partir de ensoñaciones personales.
Avatares de la vida la han llevado, tras una larga estancia de dos décadas y media en España, a residir actualmente en su querida Oaxaca.
Este cambio vital ha influido en sus últimas pinturas al imprimir en ellas cierto aire de renovación.
Los cambios transcendentales en la vida de un artista suelen ser determinantes: fracaso o éxito. En nuestro caso, Soledad Velasco se ha empeñado, en unos tiempos terribles de Covid, en salir del hastío mediante el trabajo continuo y gracias a la tenacidad lograr una sensata madurez artística con una seguridad sensual de la que emana gran vitalidad.
No olvidaré que durante la pandemia nos alegró y refrescó la vida casi a diario con las innumerables marinas que pintó y que se encargaba de mostrar a través de las redes sociales.
Soledad es coherente con su ideario y cultiva en su obra un realismo personal a través de una paleta cromática limitada y particular, en donde se aleja de la síntesis para presentar cuadros repletos de imágenes sumergidas en traslúcidas aguas o en atmósferas etéreas logradas unas veces aplicando densas pinceladas de óleo y en otras usando tintas aguadas o carboncillo con acrílico.
Dentro de esta reducida formación cromática el negro y el azul, usados como patrones, dominan la composición y determinan las escenas que la artista propone.
Interesante ver cómo en las escenas planteadas los elementos se distribuyen sin concierto sobre el plano.
Curiosamente este supuesto caos proporciona estabilidad al conjunto, a pesar de las tensiones internas que cada obra posee, con ello la pintora logra un sutil y aparente equilibrio entre orden y anarquía. Recurso al que acudió en gran parte de su obra Chagall.
Decía el afamado pintor argentino Luis Barragán, con quien Velasco ha compartido exposiciones en España, “En el arte como en la vida lo que no me hace falta me sobra y lo que me sobra me molesta”.
A Soledad Velasco no le sobra nada en sus cuadros y por ello, acudiendo a una depurada técnica adquirida con una larga experiencia de trabajo y de formación, se puede permitir el lujo de presentar algunas obras llenas de animales, plantas, flores, peces, pulpos, zapatos, piernas, puños… que lejos de saturar nuestra atención invitan a la emotividad y al deleite.
Esto lo consigue con esbozos simplificados y capturando elegantemente las formas, movimientos o posturas de lo representado.
También veremos obras llenas de quietud, para lo cual usa el azul, en donde el protagonismo lo asumen mujeres dormitando o encerradas en escafandras de buzo.
En la obra de Soledad no podemos dejar a un lado la línea erótica que parte de ella posee y lo consigue pintando desnudos femeninos y acudiendo al modelo erótico de dibujar pulpos en donde sus tentáculos abrazan o tocan mujeres o sirenas con clara influencia del pintor japonés Hokusai.
Sin lugar a dudas podemos decir que contemplar los cuadros presentados por Soledad Velasco en esta muestra nos llevan a disfrutar del placer de ver y a sumergirnos en un universo plástico particular presidido por la emoción en donde el “Arte es un compromiso”.
Madrid a 2 de septiembre de 2023