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OAXACA, Oax., 8 de marzo de 2017.- La edad para que los hijos acompañen a sus madres en situación de reclusión es ahora de 3 años, después los infantes tendrán que ser llevados con sus familiares, o en su caso, a una casa hogar.
En el Centro de Readaptación Social (Cereso) femenil de Tanivet, ubicado en Tlacolula, viven 11 menores de edad con sus madres y hay dos mujeres embarazadas.
Juan José Rodríguez Molina, director general de reinserción social, explicó que por ley, solo hasta los tres años podrán vivir con sus madres.
“Al cumplir los menores 3 años, se hace una sensibilización para que estos niños puedan ser llevados con algún familiar. En caso de que no cuenten con familiares se trabaja con la Subprocuraduría de los Niños y las Niñas para determinar qué es lo mejor para el infante, atendiendo siempre el interés superior del menor”, expresó.
Por cuestiones médicas, en el Cereso habita un niño de seis años, ya que debe estar acompañado por su madre por indicaciones especiales.
“Ninguno de los que acá se encuentran han salido o conocen el exterior, estos infantes duermen con sus madres en ‘La Piedra’, como ellas llaman a la base de cemento sobre la cual colocan una colchoneta individual para dormir. Los niños deambulan por los espacios abiertos del penal, acompañados de sus madres, quienes purgan condenas de hasta 50 años de prisión”, señaló.
DIEGO, 6 años
Diego es el mayor de los menores en el penal de Tanivet. Padece de parálisis cerebral y tiene una hermana, que vive en el albergue ubicado frente al reclusorio.
Por intervención de un juez y de la Defensoría de los Derechos Humanos, Diego se quedó al lado de su madre pese a rebasar la edad dispuesta por ley.
Ya tiene dos años más en el penal, aunque sale dos veces por semana para su rehabilitación, acompañada por una trabajadora social.
“Su mejoría ha sido notable”, nos cuenta Gabriela Cruz, su madre, quien ha padecido el encierro y el olvido de su pareja, quien un día desapareció.
Hasta hace dos meses pudo localizarlo y solicitarle apoyo a para la niña que se encuentra en la casa hogar.
Su condena es por 10 años, vinculada a un proceso por el delito de narcotráfico del que no acepta responsabilidad. Cuando ingresó al penal ya tenía a sus hijos, pero por la condición especial de Diego, obtuvo el beneficio para poder tenerlo.
DASHA, 4 meses
Dasha no tiene noción del sitio dónde vive su primera infancia. En sus primeros cuatro meses ha compartido la prisión con su madre, Aleida, una mujer que es originaria de Monterrey y que recibe ocasionalmente la visita de sus familiares.
Dasha ha padecido las carencias del penal. No hay medicamentos para las mujeres, menos para los niños. Dasha tiene estreñimiento continuo, y aunque le han sugerido estudios, no cuenta con el dinero para hacerlos.
“La niña ha pasado semanas sin pañales”, cuenta la madre, quien ingresó al penal con solo tres meses de embarazo.
Dasha sobrevivió a la amenaza de aborto que su madre tuvo al llegar al penal, por una infección en las vías urinarias mal atendida.
“Me recetaron antibióticos, que pudieron causar un efecto negativo en mi bebé”, cuenta desde el penal, donde en un tiempo deberá definir el futuro de su hija.
Niños sin infancia
La reducción en la edad para estar con sus madres en el penal es debido, entre otros argumentos, para que los niños puedan vivir su infancia, sin la complejidad del encierro.
Sin embargo, durante el tiempo que permanecen dentro no conviven entre sí. En su mayoría, el tiempo lo pasan al lado de sus madres.
En Tanivet, la población infantil es mínima. Solo 11 menores para una comunidad de 244 internas, entre sentenciadas y procesadas, del fuero común y del fuero federal.
Hay áreas comunes, talleres de manualidades, de carpintería, de panadería, de cocina, un área pedagógica que no es infantil, tortillería, servicios generales, canchas de usos múltiples, una enfermería y el área de gobierno.
En Tanivet el primer pase de lista es a las 7 de la mañana y ahí inicia el día de las internas, después del pase de lista acuden al aseo personal y de sus dormitorios, y participan en sus actividades o talleres de su preferencia.
Las que son madres, se dedican a sus hijos, porque solo tendrán unos años para estar con ellos. Aunque después vendrá la dificultad de saber con quién y cómo se quedarán.