Padre Marcelo Pérez: sacerdote indígena, luchador y defensor del pueblo
OAXACA, Oax., 26 de noviembre de 2017.- En tiempos electorales es habitual tener a nuestra disposición una serie de ofertas de partidos y candidatos hacia los electores con el propósito de influir en su decisión a la hora de depositar su voto en las urnas. La oferta se dirige a los ciudadanos en lo particular o a ciertos sectores de la población en lo específico.
En la República Mexicana existen cerca de 25 millones de indígenas que partidos y candidatos, por lo regular, soslayan a la hora de definir sus ofertas electorales.
Las razones son diversas, desde prejuicios históricos, políticos, ideológicos, éticos, morales, raciales, sociales y culturales; malos cálculos políticos y electorales; hasta ignorancia o conceptualizaciones equivocadas sobre la estructura social de la sociedad mexicana.
La verdad de la situación de los pueblos indígenas es la existencia del neocolonialismo y de su expresión: la colonialidad.
La verdad es que los ciudadanos indígenas pueden definir una elección presidencial si la oferta electoral de algún partido o candidato es puntual en su oferta electoral y de gobierno sobre ellos.
Quisiera imaginarme que un partido o coalición, a través de su candidato fuese capaz de proponer, al menos, la siguiente oferta electoral a los pueblos y comunidades de México con el firme propósito de impulsarla siendo ya gobierno.
Compromiso con la historia de los pueblos indígenas: es decir, asumir el compromiso de reivindicar las luchas de los pueblos que se expresaron desde la colonia hasta nuestros días, cuya síntesis programática fue y es acabar con los valores, prácticas, principios, normas y procedimientos de la colonización y de su nuevo rostro: la colonialidad. La lucha por la descolonización total hacia los pueblos y comunidades indígenas es un imperativo ético y político de nuestra historia contemporánea.
Reconocimiento pleno al derecho a la autodeterminación: la lucha descolonizadora empieza por el reconocimiento al derecho a la autodeterminación de los pueblos y comunidades indígenas, sin la concreción de este derecho, la sujeción, el dominio, la manipulación, la administración, el uso y abuso del Estado mexicano seguirá siendo norma y práctica cotidiana. La libertad de los pueblos para decidir su destino y su ser es también un imperativo político y ético para el Estado nacional.
Respeto hacia sus formas de convivencia: sus relaciones de producción, de distribución, de consumo, sus formas políticas, su lengua, sus usos y costumbres, su cultura en lo general, su cosmovisión, sus normas internas, son motivo de descalificación, denuesto, desprecio, incomprensión, desconocimiento por la sociedad dominante y por sus instituciones.
Esta necesidad por el respeto se fundamenta por la necesidad de hacer de México una nación intercultural, en donde las diversas culturas dialoguen en el contexto de los valores democráticos. Los principios, valores y normas indígenas no son ni superiores ni inferiores, simplemente son lo que sus habitantes han decidido su vigencia, por ello, deben ser considerados de respeto. Incluso, algunos de ellos, como la lengua es necesario recuperar y fortalecer a través de políticas públicas adecuadas.
Hacer eficaz a su derecho al territorio: los pueblos indígenas son pueblos cósmicos, cuyo vínculo con la naturaleza y la tierra tiene carácter sagrado, sin el pleno derecho al territorio todos los demás derechos serán nugatorios. La existencia de territorios indígenas, con jurisdicción reconocida en las normas jurídicas, harán posible la eliminación de todas las formas de colonización o neocolonialismo, hará también posible arribar a las formas del Buen Vivir en concordancia con la naturaleza.
Derecho a la representación y a la participación política: formar parte al Estado y a la nación mexicana implica para los pueblos y comunidades indígenas una serie de obligaciones pero también a un conjunto de derechos que no se les puede negar. Tienen el derecho de ser representados en los cabildos, en los congresos estatales, en el congreso de la Unión, ocupar cargos que les incumbe en los aparatos públicos, tener sus propios jueces y salas en el poder judicial, incluso, su propio partido. Ya no es posible un México sobre los pueblos y comunidades indígenas sino es necesario un México con los indígenas, codo a codo, hombro con hombro, para hacer posible el México plural, intercultural y democrático en la práctica.
Unión de todos los pueblos indígenas de México y de América: todos los pueblos indígenas de América vienen del pasado colonial, es necesaria la unión para que el destino común sea de justicia, libertad, de comunalidad y de fraternidad.
Para ello, se necesita en México empezar por la promulgación de la Ley Nacional de los Derechos de los Pueblos Indígenas de México, de la creación de la Universidad Intercultural de las Naciones Indígenas de México, del aumento al 100% del presupuesto para el desarrollo de estos pueblos bajo su gestión, y la creación de las zonas de desarrollo interculturales para erradicar el subdesarrollo regional de la nación.
Que algún partido o candidato reivindique lo anterior es un deseo. Bueno, soñar no cuesta nada, pero nadie nos lo puede prohibir.