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CIUDAD DE MÉXICO, 24 de agosto de 2019.- Los colores y las formas de la obra plástica de Rufino Tamayo son reconocidos en todo el mundo y el Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (INBAL) preserva una parte fundamental de su creación, la cual representa el legado de uno de los grandes artistas de todos los tiempos a México.
Rufino del Carmen Arellanes Tamayo nació en la ciudad de Oaxaca, en el 215 de la segunda calle de Cosijopí, en el Barrio del Carmen Alto, el 25 de agosto de 1899 y sufrió el abandono paterno a corta edad y su madre falleció cuando él apenas contaba con 11 años.
El Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (INBAL) añadió y destacó que un total de mil 300 óleos –entre los que se encuentran los 20 retratos que hizo de su esposa Olga–, 452 piezas de gráfica, 358 dibujos, 21 murales, 20 esculturas y un vitral es la obra que produjo, en la que se distinguió del resto de los artistas de su generación por su estilo propio y por no seguir las corrientes de la época.
Investigadores e historiadores de arte coinciden en afirmar que la obra de Tamayo es única y resaltan su participación en la consolidación del México moderno; su manejo del color, sus figuras y técnicas que nadie ha conseguido superar reafirman que fue un hombre que nació para pintar.
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