Economía en sentido contrario: Banamex
CIUDAD DE MÉXICO, 17 de octubre de 2017.- De atender las afirmaciones de los renegociadores mexicanos del tratado de comercio libre de Norteamérica -funcionarios y empresarios-, México podría vivir sin el acuerdo. Sin embargo, en la realidad bajaría la mitad o más del precario PIB promedio de 2.5% en el periodo del acuerdo 1994-2017.
El dato que esos renegociadores mexicanos han ocultado detrás de su falso optimismo –que a veces raya más en arrogancia que en táctica negociadora– radica en el hecho de que a lo largo veintitrés años de vigencia del TCL, México desaprovechó la oportunidad de modernizar sus plantas productivas industrial y agropecuaria y bajó el contenido nacional de los productos para regresar a nivel de modelo maquilador.
Lo paradójico son las argumentaciones falaces. Dicen los renegociadores mexicanos que si se anula el Tratado, México voltearía los ojos a China. Sin embargo, un seguimiento minucioso que ha hecho el investigador Arnulfo R. Gómez -hoy académico y en su momento miembro de la primera comisión negociadora del Tratado- revela que México importa bienes estadunidenses… producidos en Asia por empresas de los EE.UU. que desplazaron su producción manufacturera a esa región y paradójicamente muchas de ellas que estaban asentadas en México.
Si deveras la elección del próximo presidente mexicano de la república fuera decisiva, entonces los electores deberían exigir a los partidos definiciones claves en materia de política de comercio exterior y sobre todo de nuevos modelos de desarrollo industrial, agropecuario y hasta financiero. Pero no, partidos y sociedad están discutiendo chismes en el perfil de los candidatos. El problema radica en el hecho de que el promedio de PIB anual de 2.5% en los tiempos del Tratado es insuficiente para las necesidades de bienestar; México necesitaría tasas promedio anual del PIB de 6.5% -casi el triple de la tasa real actual- no sólo para atender la demanda anual de bienestar, sino para atender el rezago de treinta y cinco años de modelo salinista neoliberal.
En los años del Tratado, la peor evidencia del fracaso real para México debería ser el dato de efecto modernizador. En una revisión del papel de México en el índice general de competitividad -es decir, la modernización para aprovechar mejor el acuerdo- revela que México tiene ventaja en apenas 18 puntos y desventaja en 108. Lugar 71 en requerimientos básicos, 74 en índices de promotores de la eficiencia y 50 en factores de innovación.
Seis datos centrales de un cuadro preparado por el investigador Arnulfo R. Gómez revelan el fracaso de México en modernización por el TCL: lugar 116 en calidad de las instituciones, 124 en confianza en los políticos, 118 en trámites y regulaciones, 105 en eficiencia laboral, 73 en desarrollo tecnológico y 82 en educación superior y capacitación. Todos éstos rubros evidencian el grado de precariedad del modelo de desarrollo mexicano.
La clave de evaluación del tratado durante los gobiernos de Zedillo, Fox, Calderón y Peña Nieto se localiza en la baja colocación de México en el índice nacional de competitividad: lugar 51. Y el peor dato: el total del valor agregado nacional a los productos dentro del Tratado bajó de 59% en 1993 a 37% en 2015.
Para renegociar bien el Tratado, México necesita redefinir antes sus modelos de desarrollo industrial agropecuario y financiero. Si no, los EE.UU. y Canadá nos van a abandonar por subdesarrollados.
Política para dummies: La política debería ser compromiso de representar a una parte de la sociedad, no engañarla para ganar el voto y luego olvidarse de las promesas.
Solo para sus ojos:
Pues Donald Trump avanza en su agenda mexicana y nadie en México ha sido capaz de detenerlo: restricciones a migrantes, muro y renegociación del TCL. El problema ha sido la incapacidad mexicana para construir una alternativa en las relaciones con los EE.UU. en la era Trump.
Algún mensaje oculto debe tener el hecho de que el presidente Peña Nieto haya autorizado que el mecanismo de pasarela de presidenciales haya comenzado en Sinaloa, con el recién electo gobernador priísta Quirino Ordaz.
Las guerras sucias PRI contra PAN-PRD van a tener problemas esta semana en la aprobación de tres agendas: el fiscal anticorrupción, el presupuesto de egresos de la federación y la ley de seguridad interior. Como que hay una desconexión entre el PRI en la pelea electoral por el 2018 y la agenda presidencial más allá de las elecciones.
Ante la inminencia del candidato presidencial priista, de nueva cuenta han comenzado las versiones de cambios en el gabinete peñista.
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@carlosramirezh