Teresa Gil/Libros de ayer y hoy

                   Laicismo, religión de estado y desprecio a NO creyentes

                                                        Teresa Gil

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Por la suspensión de actividades que hace el estado mexicano en fechas que celebran religiones, no solo viola la Constitución, sino el derecho de los no creyentes 10 millones que se cuentan en  el país. La libertad de creencias está en el artículo 24 constitucional, pero en el 130 de la norma está la tajante separación de Estado e iglesias. Reconocer fechas y volcar su actividad sobre todo administrativa y de educación, a periodos que son  propios de iglesias es involucrar estos tiempos a los del estado. Igual de grave es que esa posición se aplique solo a una iglesia, la católica, que tiene la mayoría de fieles en el país. Esta tiene  77 por ciento y no se  toman en cuenta las otras creencias y religiones y sobre todo a los que carecen de religión o no son creyentes. Los períodos vacacionales más importantes del año la llamada Semana Santa y la etapa de la navidad, parten  de fechas religiosas que celebra el catolicismo. En esta última, el gobierno permite el arribo de millones de personas cuya presencia altera el medio ambiente y por lo tanto la salud.

SE HABLA DE UNA IGLESIA OMNÍMODA Y DE DÍAS SANTOS

EL laicismo mencionado en varios artículos de la Constitución, se refiere básicamente a la separación estado- iglesia, como se dijo antes, hace hincapié en la educación laica en el artículo tercero, pero es tajante en el 40 cuando señala mención estricta de la postura laica. La orden  constitucional está clara en contra de una iglesia de estado como existe en  otros países  como España por ejemplo. Por ello resulta violatorio que se haga referencia a  la católica como La iglesia como si fuera la única y dominante en el país. En estos días, en los propios medios oficiales se mencionan días santos, puntualizando esa denominación en el hecho de que depende de los que aplican la santidad a sus actividades. Del propio estado se repiten como santos estos días. No se deslinda ese estado del hecho de que buena parte del patrimonio del país, como son las iglesias y otros espacios, sean utilizados por la iglesia católica. Muchas veces con malos resultados, ya que la falta de protección se ha evidenciado en  robos y destrucciones.

JUÁREZ: LAICISMO FUERA DE TODA JURISDICCIÓN ECLESIÁSTICA

 La lucha por los principios y los bienes del pueblo, tienen  los mismos cataclismos y lo estamos viendo ahora con la reforma eléctrica. Antes, ha habido luchas  tan enconadas a lo largo de nuestra historia, como lo fue la de la separación estado-iglesia. Benito Juárez que lanzó el 7 de julio de 1859 el manifiesto de lo que serían las leyes de Reforma, ya establecía en  sus puntos la separación estado-Iglesias, con todas sus variantes, bienes incluidos. Se basaba el Benemérito en la definición de laico, laikos en griego y laicus en romano que convergían a lo mismo: la actividad del estado debe estar fuera de toda jurisdicción  eclesiástica. En un largo ensayo sobre el tema, que se complementa en libro de la historiadora Patricia Galeana (resguardo en el Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM), se menciona todo el proceso desde que Juárez fue gobernador de Oaxaca y de  su paso por la Corte hasta llegar a la presidencia, sus luchas contra el  conservadurismo eclesial que era un estado dentro de otro estado, la propensión de sectores por la monarquía y el poder económico en  manos de los curas. Era situación que habían  legalizado las propias constituciones de 1824, 1836 y 1843  y que por primera vez eliminó la de 1857. La reacción que surgió en contra de ese gobierno la observamos ahora en la derecha en contra de AMLO. Los convulsivos días que vivió Juárez los vemos en este momento. Por eso no se puede dar marcha atrás en  nada. Caer en la laxitud permisiva y tolerante que estamos viendo ahora con la religión, es un retroceso. Como una burla, ya que en medio de sus problemas el propio gobierno hace concesiones y da beligerancia, mientras  los propios creyentes católicos andan muy a gusto, bañándose en el mar.