Llora, el país amado…
Millones de esterilizaciones en Estados Unidos y Latinoamérica y ahora se sorprenden
CIUDAD DE MÉXICO, 20 de septiembre de 2020.- La esterilización de mujeres y la vasectomía en hombres, fueron importantes medios de control natal en las últimas décadas del siglo pasado y aún siguen, evidentes en este momento en Estados Unidos. En México, leyes especiales las avalaban como políticas de estado y fue hasta 2004 con Vicente Fox, que la aplicación oficial aparentemente se eliminó, aunque con Felipe Calderón seguía y en el sexenio de Enrique Peña Nieto, se promovía desde las propias secretarías de estado. Es conocida la exigencia de Rosario Robles, titular de Sedesol en el sexenio pasado, cuando regañaba a la mujeres indígenas por tener hijos y las amenazaba de no darles apoyos si seguían teniendo embarazos. Se ejercía presión para esterilizarse o aplicar otros métodos anticonceptivos. Las intervenciones físicas se pueden aplicar con consentimiento pleno, pero la gran mayoría de las esterilizaciones aplicadas a hombres y mujeres a partir de los años setenta en México, no fueron consensuadas. Igual que pasaba y pasa en Estados Unidos, en el país ese control se aplicaba en sectores indígenas y marginados, como casos extremos de racismo y discriminación. A propósito del caso escandaloso que se maneja en Estados Unidos, con mujeres migrantes, y en el que gobierno mexicano ya está actuando, hay estudios que señalan que muchas de las mujeres sometidas a esa situación y que dieron su consentimiento, se han arrepentido porque se sienten incompletas. Parte de su cuerpo ha sido destruido. Y es que en determinado momento, esa técnica anticonceptiva se centró prácticamente en mujeres porque era más fácil aplicarla con o sin consentimiento, cuando dichas mujeres daban a luz o asistían para una revisión ginecológica.
EN TODA AMÉRICA SE APLICA LA ESTERILIZACIÓN. ES EVIDENCIA DE RACISMO.
Hay estudios sobre la forma como el cuerpo de la mujeres, y en menor medida el de los hombres, ha sido mutilado por cuestiones racistas y discriminatorias. Uno, muy completo que se refiere a nuestro país, realizado por la universidad de Lanús, Argentina, De racismo, esterilizaciones y algunos otros olvidos de la antropología y la epidemiología mexicanos, advierte en su capitulado, que los organismos de investigación mexicanos de ese tiempo, 2009, no tenían estudios profundos sobre el caso de la mutilación como control natal. Publicado en los anales científicos de Salud Colectiva por el académico Eduardo L. Menéndez, éste hace un recorrido sobre la conducta similar que se aplicaba ¿y se aplica? en países del cono sur, con un Brasil que tenía esterilizadas en 2006 al 29 por ciento de las mujeres productivas y Colombia, en el mismo año, pero con 31 por ciento. De 1996 a 1998, Perú había esterilizado entre 250 mil a 280 mil mujeres y Puerto Rico que desde 1940 había iniciado ese sistema, tenía 21 por ciento. De México se sostiene que en 1976, el porcentaje era de 8.9, pero a partir de 1987, dicho porcentaje se disparó. En Yucatán, como ejemplo, se menciona un porcentaje de 44.9 por ciento. Los llamados controles poblacionales consideraban más práctico esterilizar a las mujeres, en muchos casos sin su conocimiento, en lugar de promover los anticonceptivos masivos. De acuerdo a una encuesta que menciona el autor, de 1970 a 1981, un millón trescientas mil mujeres fueron esterilizadas, de las cuales el 7 por ciento fue hecho por los servicios públicos. En 1993, La Liga Mexicana por los Derechos Humanos, se refirió al documento presentado por el gobierno en un congreso sobre la niñez, en el que se hablaba de 528 mil mujeres esterilizadas sin su consentimiento. Ya en los primeros años de este milenio, la ONU intervino ante las constantes denuncias en México y la Secretaría de Salud negó los hechos, pero tuvo que reconocer que había hecho la vasectomía a 14 habitantes de la montaña de Guerrero. Menéndez insiste en la falta de consentimiento en la mayoría de lo casos y ante todo, en la cuestión racial que se expresaba en esas operaciones. La mujeres de sectores indígenas o las de pobreza significativa, eran las más afectadas, igual como ahora está ocurriendo en Estados Unidos.
CERCENAR A UN SER PARECE DE CIENCIA FICCIÓN ¿EL PAN ANTIABORTISTA SE QUEJÓ?
De acuerdo al estudio mencionado arriba, al parecer durante todo el sexenio de Fox siguió ĺa mutilación y se prolongó al siguiente sexenio. El PAN, que los había puesto a los dos gobiernos, y que denuncia en los peores términos a las mujeres que abortan y las sanciona, ¿se quejó de esa destrucción humana que se daba en el país? El aborto, como recurso legal que se promueve, ofrece la asistencia médica y la protección oficial para que las mujeres debidamente consensuadas, tengan el apoyo total. Y no son mutiladas, quedan íntegras por si quieren en el futuro tener hijos. Esa es la diferencia entre esterilización y al aborto legal. La mutilación, que se usó indiscriminadamente como experimentos humanos durante el nazismo, ha sido ampliamente señalada, pero lo gobiernos que mutilan son similares a aquellos, de Hitler. Y las víctimas por lo general son mujeres. Cuando Mary Shelley creó a Frankensteín, formado a partir de mucho miembros mutilados, quizá lo hizo metafóricamente pensando en lo que afronta el ser humano durante su vida: una serie de mutilaciones físicas, sociales, culturales y mentales, que lo van llevando a la descompensación total como sucedió con su propio monstruo. En la vejez, esas mutilaciones se producen en la vista, en el oído, en la digestión, en el movimiento, en todo. Es la antesala de la mutilación definitiva que acaba con la vida. Pero hacerle algo de eso a personas plenas, solo por el prejuicio, el odio racial, o los intereses de sectores de la raza blanca, son evidencias de una mutilación moral y humana que es más peligrosa. Quizá Mary pensó en todo eso. Murió joven a los 54 años en 1851, después de que su esposo el poeta Shelley se había ahogado. Mujer sensible, radical, que tenía una gran compasión por las mujeres y hubiera rechazado cualquier mutilación en ellas, murió paradójicamente de un tumor cerebral, que le mutiló primero su inteligencia y después su vida.