
Ecos de Teuchitlán: actitudes contra la ignominia
CDMX, 23 de noviembre, 2016.- A partir de 1994, el Tratado de Libre Comercio (TTLC) convirtió a México en un país “exportador”.
Al quedar eliminados entre los dos países los impuestos a la circulación de bienes, como los vehículos nuevos y los insumos para fabricarlos, el valor de la producción enviada a Estados Unidos aumentó casi ocho veces desde 1993, de acuerdo con la Secretaría de Economía, al crecer de 23 mil 766 millones de dólares entonces, a 178 mil 432 en 2015.
México aprovecha los bajos salarios nacionales y la mano de obra mexicana, es ahora una de las fuerzas de trabajo más baratas de la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económicos: 90 centavos de dólar por hora en 2015; siete veces menos que en Estados Unidos, donde entonces era de 7.2 dólares.
Al tener que definir de nuevo, esta compleja relación, y por el momento muy en extremo difícil, deben considerarse tres elementos fundamentales: la vecindad, la historia y el futuro. Somos países que colindan en 3 mil 234 kilómetros y nuestras fronteras registran doscientos millones de cruces al año.
México vende a Estados Unidos el 65 por ciento de sus exportaciones. La frontera entre los dos países constituye una de las zonas de mayor crecimiento en el orbe y previsiblemente lo seguirá siendo. Esto genera una dinámica demográfica, urbana, económica y política que requerirá cada vez más atención.
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