Economía en sentido contrario: Banamex
Se ha vuelto una verdad tramposa aun por los más reconocidos analistas que el grupo en el poder de la administración del bien común es junto con lo que llaman una oposición poco representativa, la causa de todos nuestros males en la interpretación más idealista que podamos percibir, después de tantos años al menos en México de experiencias combativas de grupos, sindicatos, movimientos, clases sociales desposeídas, académicos e intelectuales y también de esos que hoy se auto adscriben como de “izquierda” que en una buena cantidad proceden de grupos porriles o de renegados del otrora partido en el poder. Como lo he escrito en otras colaboraciones, parece que su “marxología” nutrida de mamotretos como los de Martha Hernecker y de una curiosa manera de sostener que ser contestatarios, rudos, golpeadores o líderes de quita y pon es suficiente para que tengan su verdad como profecía apologética y todos los demás seamos apóstatas del cambio que necesitan correctivos con la aplicación tergiversada de las leyes vigentes, la represión nada encubierta y la denostación pública utilizando los recursos de todos para injuriar, señalar e imponer calificativos siempre adversos y de culpabilidad para los diferentes.
Como si la historia que es otra de sus cargas, la hicieran los individuos, sus “héroes”, las hazañas inventadas a modo de personajes hechizos, con pies de barro que a fuerza de repetir hasta en la educación forma oficial los han convertido en su verdad, suplantando lo que en realidad hemos construido en un país como el nuestro en tanto el abigarramiento de núcleos y grupos humanos que han heredado y multiplicado la división, el encono, el individualismo, la victimización, el rechazo a la riqueza, el endiosamiento de la pobreza y de las derrotas gloriosas en que siempre creamos enemigos poco creíbles y echamos la responsabilidad a personajes individuales y episodios pasados para querer exculparnos de lo que nos toca. Así los actuales partidos con registro reconocen su pírrica membresía que no sus votos de simpatizantes, clientes o votantes momentáneos, que juntos no rebasan el millón y medio de militantes registrados surgiendo así la gran duda de lo significativo que pueden ser estos pomposamente llamados institutos políticos, sus líderes, plataformase idearios políticos al menos en papel que pocos conocen y menos ocupan.
Qué pueden hacer o aspirar estas vías para acceder a administrar el bien común que nos dejan los dueños de la riqueza que todos producimos ante las formas, usos y costumbres de una población amorfa, sin un sentido de pertenencia a una Nación, con un individualismo galopante y escasa conciencia para sí que recibe a fuerza de limosnas disfrazadas, corporativismo gremial con privilegios “conquistados” en lo que consideran sus luchas insurgentes, cochupos, corruptelas o privilegios por apoyar a los grupos en el poder. Cómo podrían tener significancia sus plataformas políticas y candidatos si son fiel expresión de este estado de cosas y que expresan en verdaderos negocios familiares, de compadrazgo, de cuotas y cuates, ante la gran masa desempoderada, desinformada y expensas de las migajas del poder así como una clase media hasta hace poco privilegiadas y hoy en desamparo aunque persistiendo en cuidar lo poco que les queda que los hace reacios al cambio y como muestra repito los hizo votar en más del 60% de sus miembros por el actual grupo en el poder.
De una clase alta que en un porcentaje del 1% de la población de México se apropian con más del 80% de la riqueza que todos producimos y que en la administración que está a horas de terminar su actuación de casi un sexenio, permitió, apoyó y cedió contratos, privilegios, leyes y espacios para que el hombre más rico de nuestro país creciera su fortuna en más de 56% que lo afianza como uno de los hombres más ricos del mundo u otro que los mairos mal llaman a su imperio “transnacional” con una cadena de tiendas aquí, en Centroamérica y Sudamérica fue el que “menos” ganó gracias a que no fueron los prioritarios y que le permitió acumular en más del 36% su riqueza. No, no es así, los que han permitido y permiten que este estado de cosas, el estatus quo se dice también pomposamente, persista y aun se afiance somos nosotros, los millones de mexicanas y mexicanos que, por omisión, valemadrismo, cuidado de los poco que se tiene, carencia de conciencia de clase o alianzas momentáneas y espontáneas con los grupos de poder no solo lo permitimos sino que lo cobijamos y le damos mayores fuerza a sus tentáculos de poder y de apropiación de nuestros sueños y esperanzas de cambio verdadero.
Como dice el librito, a la vez que este sistema depredador y clasista se afianza, también está cavando su propia tumba aun disfrazado de revisionismo y en el peor de los casos de unilateralidad y autocracia como en los mejores tiempos del partido único en el poder que hoy parece remasterizado.
Gerardo Garfias Ruiz