El alarido de la libertad
Libros de ayer y hoy
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Es Impresionante que un millón de tortugas arribe a las playas de Michoacán en estos días. La magia de un reptil en esas tierras. Y viene a la mente La danza que sueña la tortuga, frase que Emilio Carballido arrancó del poema Pequeño vals vienés de Federico García Lorca. Y nos recuerda que el término tortuguismo lo remonta la Real Academia Española al 1914 cuando apareció por vez primera. Por el contrario de lo que es su definición de lentitud, en el mundo y en los países en su interior, está ocurriendo todo lo contrario como el calentamiento global, el aceleramiento de los conflictos en algunos lugares y en el interior cuando la crisis se expresa ya de muchas maneras. El término es insultante para un animal como la tortuga que exhibe por lo general ante los humanos una presencia amable, de animal tranquilo. Pero en su acepción real el tortuguismo es una forma de actuar. En nuestro país, fue parte de una política que se expresó en leyes, en decisiones y en maneras de gobernar. Lo vemos ahora en la lentitud de soluciones expresadas en fórmulas legales, que impiden solucionar problemas porque fueron limitadas en su momento para allanar intereses.
De estas se agarran ahora los opositores para detener y oponerse a programas y propuestas de todo tipo. Esas normas precarias atortugadas sin soluciones, pueden verse en materia electoral, económica y política. Son un detente ahí, no te aceleres porque yo lo mando. Y estaba y puede estar desde luego, el tortuguismo en resolver cosas por inercia, flojera o incapacidad. El término tiene muchas aplicaciones.
LA TORTUGA METÁFORA DE UN SER HUMANO QUE A VECES LA DEGRADA
La llegada del millón de tortugas a Michoacán a incubar sus huevos, debe de tener un largo caminar si se parte de la lentitud que tienen esos animales de la especie de los reptiles quelonios. Su lentitud dicen los expertos, se debe a la pequeñez de sus patas y al peso de su cuerpo; se mueven con lentitud por agua y tierra. En la primera pueden tardar varias horas en un día para desplazarse y hay casos en el que algunas tardan 0.040 kilómetros por hora.
La Laúd que es una de las más rápidas tarda 35 kilómetros por hora. El término tortuguismo a la que aluden, es un insulto para a un animal noble que en algunas de sus especies está en peligro de extinción, No cabe duda que pese a su inteligencia, el fabulista Esopo hizo mucho daño a los animales al utilizarlos como metáfora de lo que realmente es el ser humano en su defectos, envidioso, vividor, mentiroso, aprovechado, ladrón y decenas de epítetos más.
EMILIO CARBALLIDO ASUMIÓ A LA TORTUGA COMO UN FACTOR SOCIAL
El destacado dramaturgo veracruzano nacido en Córdoba en 1925 y fallecido en 2008, es considerado uno de los exponentes más representativos del teatro tradicional mexicano.
Entre sus obras destacan Rosalba y los Llaveros, Rosa de dos Aromas, El tren que corría, Los zapatos de fierro, La danza que sueña la tortuga (Fondo de Cultura Económica 2010) entre otras. La danza que sueña la tortuga fue escrita y presentada en 1954. Carballido cambió el título original de la obra, para darle entrada a una frase de García Lorca de su poemario Poeta en Nueva York. Trata de un tema familiar en el que el autor se centra en la clase media alta veracruzana, los valores que imperaban entonces y la forma como se aplicaban sobre todo en las mujeres. Se trata de dos solteronas y un joven, una de las cuales en un mal entendido compromete en matrimonio al joven que es su sobrino. En la comedia, que eso es, se plantean sin embargo, no solo las estructuras predominantes del machismo, en ese caso el hermano mayor y como en un acto que destaca el valor de la obra, las dos hermanas se solidarizan y salen a relucir valores de lucha femenina que ahora predominan en grupos de mujeres. Ya en otra ocasión hice una referencia a esta obra y recalqué la pertinencia del poema de Lorca, porque como un gran luchador que fue, él impregnó su poesía de una trascendencia que se expresa no solo en obra de teatro de un gran dramaturgo sino en poesía, música, pintura, etcétera. Ahí va otra vez la parte del poema Pequeño vals vienés.
Te quiero, te quiero, te quiero,
con la butaca y el libro muerto,
por el melancólico pasillo,
en el oscuro desván del lirio,
en nuestra cama de la luna
y en la danza que sueña la tortuga.
¡Ay! ¡Ay! ¡Ay! ¡Ay!
Todo ese vals de quebrada cintura.