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OAXACA, Oax., 16 de mayo de 2019.- En la colonia Tomás Aquino Vicente de Juchitán en Oaxaca, las sombras de un árbol cobijan una pequeña escuela, donde unas casas de campaña son los salones de clases.
Los maestros de la escuela Cristóbal Colón trabajan así, ante la indiferencia de las autoridades educativas, debajo de un árbol de huanacastle, en una región donde los vientos en diciembre alcanzan velocidades de más de 160 kilómetros por hora, y en verano, temperaturas de hasta 45 grados centígrados.
Son 57 alumnos de nivel primaria, que estudian en carpas para situación de emergencia que donó la comunidad israelí a Juchitán por los sismos de septiembre de 2017 y que una maestra consiguió para los niños.
La escuela se ubica en la ciudad de Juchitán, la zona que más devastó el terremoto del 7 de septiembre de 2017 y que es considerada la tercera ciudad de Oaxaca más importante.
La creación de esta escuela fue a petición de los padres de familia de esta colonia popular, hace dos años, porque querían un plantel cerca de sus casas para que sus hijos estudiaran sin necesidad de trasladarse a otros sitios, donde los constantes bloqueos carreteros en la región y la inseguridad van en aumento.
En Oaxaca hay tres secciones sindicales de maestros, la Sección 22 que está adherida a la CNTE que agrupa a más de 75 mil profesores, la Sección 59 que es leal al SNTE.
Este grupo de 10 maestros pertenece a un tercer grupo de profesores que es el Sindicato Independiente de Trabajadores de la Educación de México, el gremio más pequeño de las tres agrupaciones y el más desatendido por las autoridades educativas.
Rosalino Morales Carrasco con 15 años de servicio es el director de esta escuela. Recibe un salario quincenal de tres mil 500 a cuatro mil pesos. Él relata que apenas le alcanza para las necesidades de su familia por lo que en las vacaciones ha tenido la necesidad de emplearse como chofer.
Estos maestros, trabajan los 200 días que establece el calendario escolar, y por increíble que parezca, las autoridades educativas les retienen su salario por no pertenecer a un sindicato fuerte.
La maestra Abigail Magariño Cabrera, con cuatro años de servicio y con un sueldo igual que el de su director, en sus tiempos libres elabora piñatas para solventar sus gastos. Pero para ellos, ser maestra o maestro, les deja una gran satisfacción. Así, en estas condiciones trabajan los maestros de Oaxaca.