Cortinas de humo
OAXACA, Oax., 3 de febrero de 2020.- El primero y más trascendente es el debate sobre la 4a Revolución Industrial y el cambio de época: de la Baja Modernidad a la Alta Posmodernidad o nueva fase de la civilización humana.
Los nuevos conservadores se aferran a los viejos conceptos y fórmulas de organización social y política sobre la base de los estados nación, el orden jurídico nacional y las estrategias económicas ya sabidas, entre liberalismo y socialdemocracia, su aval a la macro-ética de los valores universales y la limitación a un mundo posthumano regulado por maquinas.
Los nuevos progresistas, en general, siguen apostando por superar los modos de la modernidad, recuperar herencias vivas comunitarias premodernas, vencer el neocolonialismo y el patriarcalismo, equilibrar los valores universales con los intangibles locales, y abrir nuevos espacios al estado, la sociedad y la comunidad sometiendo a estos los deseos y ambiciones antisociales de los individuos y las empresas.
Los conservadores quisieran preservar los conceptos del siglo XIX y XX en el siglo XXI, ylos progresistas lanzarse a lo desconocido innovando, por ejemplo, la forma de medir el crecimiento, el desarrollo y el bienestar.
El segundo debate es el de neoliberalismo y globalismo vs neopulismo y neonacionalismo. Para los neoliberales, radicales y moderados reunidos recién en Davos, el éxito de su estrategia financiera, económica y político social rendirá frutos para la mayoría si persiste en el tiempo y se reajustaron algunas deficiencias, pero no sus premisas básicas pro individuo y sector privado.
Conceden que habría, por ejemplo, que suscribir un compromiso empresarial de responsabilidad social con medidas específicas, pero en modo alguno reeditar antiguas fórmulas de intervención del estado en el mercado y mucho menos incluir al colectivismo comunitarista.
Para los populistas, por el contrario, el tiempo neoliberal terminó, su estrategia ha fracasado y las rupturas, abusos y males que ha provocado el individualismo y la maximización deben ser atacados de manera inmediata, frontal y pragmática, aun a costa selectiva del (in)debido proceso legal del que argumentan haber sido víctimas.
De allí su desinhibido impulso por la politización no sólo de la economía sino del Derecho, la Justicia y también de los órganos constitucionales autónomos.
En su visión, habría que reponer la autoridad del estado, la nación y la comunidad para aliviar primero y resolver en definitiva la gravedad de la injusticia social local, nacional y global que constriñe la vida pública y el ejercicio de los derechos fundamentales, incluso.
En esta dimensión cobran importancia estratégica y táctica los conflictos internacionales y las elecciones y recambios nacionales.
Estos son visibles en el Medio Oriente (Israel, Irán, Irak), Estados Unidos (Trump vs demócratas) o Rusia (Putin y su cambio de gabinete), los que se avecinan en México en 2021 y 2024, y hasta los riesgos nucleares (Irán y Corea del Norte), sanitarios (coronavirus) y ecológicos (sustentabilidad) globales.
El segundo debate es sobre la utilidad actual de los sistemas políticos heredados, que fueran más efectivos en la época moderna pero no en la actualidad, en el inicio de la época posmoderna.
Así, por ejemplo, nótese la herencia vetusta del sistema electoral inglés; el desgastado sistema de partidos, electoral y de gobierno estadounidense; o bien, la pervivencia y renovación complicada de formas de gobierno disfuncionales y rebasadas en varios países de América Latina: Chile, Colombia, Perú, Bolivia y Ecuador, casos ejemplares, ya sin detenerse en Guatemala, El Salvador y Honduras.
Téngase en cuenta la discusión sobre el neo presidencialismo y neocentralismo mexicano promovidos por la 4T –con antecedentes en los sexenios calderonista y peñista– sobre todo si no se les entienda como soluciones remediales urgentes ante la fragmentación y liquidez del poder presidencial en beneficio de poderes fácticos y en perjuicio de la gran mayoría los habitantes del país.
Aquí cobra relevancia la consolidación de MORENA, su relación con el Presidente, el papelde los gobernadores y el recambio del sistema electoral y de partidos. Sumemos el correlativo éxito o fracaso de la nueva estrategia de seguridad humana y social frente a la violencia, el crimen y la impunidad, esta última a la espera de cambios urgentes y virtuosos al sistema jurídico y las prácticas de sus operadores y destinatarios para tener una idea de la complejidad del caso.
Las soluciones deseables y justificables no son fichas blancas o negras. La ciencia y arte de gobernar con dimensión de estadista radica en la sabia combinación de factores y variables institucionales en el tiempo y las circunstancias de los contextos relevantes.
De allí que la voluntad resulte indispensable, que sin la razón, la conciencia y hasta el azhar deviene insuficiente.