Déficit presupuestal como confirmación del populismo
Más de una persona me ha inquirido sobre mi punto de vista en torno a una serie de moda “el secreto del río”, tomando en cuenta el origen istmeño de este amanuense y mi profesión universitaria en ciencias sociales y hasta ahora más pareciera que lo hacen para confirmar la visión que se han formado y que coincide sobre todo en que es una visión alejada de la realidad, caricaturizada y en momentos romántica del tercer género que en el Istmo Oaxaqueño existe, a pesar del avance inexorable de la discriminación, exclusión y patriarcal que la globalización ha ido enraizando y que como característica nacional lo fuimos experimentado los que allí radicamos a finales de los sesenta y sobre todo en los setenta del siglo pasado. Como sucede con la concepción externa sobre todo de las interpretaciones que se hacen a partir de lo que se define como feminismo, en lo que identifican como matriarcado, los juicios de valor, las posiciones Avant Gard, las modas en boga y las supuestas versiones progresistas parten de un concepto nacido de un mito, el de las amazonas, que después entre otra ciencias la antropología acuñó con unas características que como su origen mítico, se alejan bastante de una realidad y como ejercicio equívoco apriorístico cual Diógenes modernos andan con una lámpara día y noche buscando quienes llena ese cajón sin medida para que casi en todos los casos concluyan que además de no existir alguna sociedad actual que lo llene, ahora se empeñan en “demostrar” que no solo es inexistente sino que como en el caso de las mujeres istmeñas, son presa del machismo y dominación del hombre cual más ejemplo contemporáneo.
Durante los primeros años de mi niñez no solo presencié más de un caso de personas del tercer género porque es indispensable sostener que no son interpretaciones de mujer u hombre, sino que como casi todo istmeño de esa época conviví con varios mushes de distinta edad sin enfrentar agresiones, pretensiones o discriminarlos en una sociedad comunitaria en que formaban parte indispensable con una papel social y de la división social del trabajo no solo aceptado sino reconocido y respetado. Es a finales de los setenta en que las bromas sexistas, las frases discriminatorias y burlonas empiezan a cobrar fuerza ante las llamadas de atención de los mayores exigiendo respeto para quienes definieron su filiación social que inicialmente no necesariamente lo era sexual y que sin estas personas poco se podría entender una sociedad comunitaria como la istmeña. La serie trata de exhibir una posición de supuesta avanzada en la moda de interpretar externamente una situación social diferente a partir de lo que consideran progresista para como reza el refrán que la excepción confirma la regla que termina con una visión compasiva y tergiversada de entendimiento que omite que su concepción es que no entienden que no entienden.
Otro ejemplo lo acabo de observar en la última versión de la extraordinaria novela de Juan Rulfo “Pedro Páramo” en que si bien desde mi punto de vista sobre la característica técnica del filme se cumple con el claro oscuro de la mayor parte de la filmación, el sonido como hasta ahora la mayor tara del cine nacional, es en no pocos momentos inaudible y sobre todo la versión que se ofrece es en el mejor de los casos lo que Hollywood o el público externo nos ha acuñado en un espectro que va de la imagen vendida en caricaturas de los cincuenta y sesenta de Speedy González a las versiones de los miembros de los Pueblos Originarios de la época de Oro del cine mexicano en que Macario o Tizoc son los modelos a imitar y reproducir al infinito y eso que los vecinos distantes nos endosan de adorar a la muerte y que de manera clara y definitoria hasta James Bond ya nos endilgó con el desfile de las calaveras en la ciudad de México que como propaganda de filme de Juan Orol reza que: Y en el papel de las muertes y calaveras ¡mil auténticas difuntas!
Como tercera, tercera interpretación, tenemos arriba al centro doctor IQ dixit, a la cuarta transmutación que después de sesudas revisiones de la historia real de los partidos políticos de este nuestro sufrido y descuartizado país, primero fue el PND en 1929 en que el grupo triunfante del movimiento de 1910 se cristaliza en partido, luego en un segundo momento de transforma en PRM en 1936 para como tercera llamada, tercera llamada, se vuelva en el PRI en 1946 y ahora en 2011, se convierte en el nuevo partido hegemónico tan característico de nuestra identidad mexica de la omnipresencia del tlatoani en que alguna facción de sus componentes en su mayoría de esa hegemonía histórica del invencible son descendientes de aquella izquierda “poca pero dividida”. Sin rubor y queriendo esconder o negar su génesis hoy conviven y coexisten hasta el momento al menos alguno que otro dinosaurio junto a los que se empeñan a auto proclamarse de izquierda.
Gerardo Garfias Ruiz