Confirma BMV licencia de Azcárraga ante investigación de EU
CANCÚN, QRoo, 1 de diciembre de 2018.- Desayunó papaya y huevos revueltos, se vistió con traje negro, camisa blanca y corbata roja.
El presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, llegó al Congreso de la Unión en su jetta blanco, recién hojalateado y en su recorrido, desde su casa al sur de Ciudad de México, no hubo acarreados, pero sí un retraso de 20 minutos hasta San Lázaro, por la gente que se acercaba a saludarlo de carro a carro.
Capitalinos, turistas, automovilistas -que circulaban casi junto a él-, y personas que lo saludaba desde el metro, le motivaron, pero sobre todo un joven ciclista.
Ante más de 100 líderes mundiales y el embajador de la paz, como llamó a su amigo Silvio Rodríguez, en un Congreso de la Unión con representantes de los poderes Legislativo y Judicial, con cientos de invitados estatales y municipales, narró que un joven ciclista se le acercó y le dijo que no tenía derecho a fallar.
Y “no, no tengo derecho a fallar”, dijo tajante el Presidente de México, en parte de un discurso de 96 series de aplausos y un solo abucheo -cuando agradeció la visita del presidente de Venezuela.
Por Quintana Roo, la senadora Marybel Villegas y el diputado Jorge Emilio González, estuvieron presentes en el comité de recepción.
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