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CIUDAD DE MÉXICO, 15 de diciembre de 2017.- De segunda división el gabinete que presentó ayer Andrés Manuel López Obrador, por su falta de experiencia y desconocimiento de los temas que les va a encargar si gana.
¿Qué le pasó? ¿Dónde están las figuras fuertes y probadas que presentó en gabinetes anteriores?
No está Juan Ramón de la Fuente, tampoco Marcelo Ebrard (que salvo el resbalón de la Línea 12 fue un buen Jefe de Gobierno), ni Rogelio Ramírez de la O, ni alguien del peso de René Drucker o de José María Pérez Gay (ya fallecidos), ni Elena Poniatowska o Laura Esquivel. Tampoco hay una mente brillante como Rolando Cordera.
Su gabinete, con un par de excepciones, es débil, o para salir corriendo, como sucederá con los capitales y las inversiones si es que gana en julio.
La secretaria de Economía será una doctora en… Historia.
Y el secretario de Hacienda, un honorable académico que hace unos 15 años no tiene contacto con la función pública.
La secretaria del Trabajo es una experta en armar conflictos, no en desactivarlos.
Cuesta mucho imaginarlos renegociando el Tratado de Libre Comercio con su contraparte de Estados Unidos, por ejemplo.
Y en gobernación pone a una señora que ya es jubilada de la Suprema Corte.
Lo anterior quiere decir que la economía y la política serán manejadas por él desde Los Pinos.
Ese es el primer mensaje. López Obrador mandará personalmente, sin contrapesos, en la economía y en la política.
Para los que pensaban que ya había cambiado y que respetaría la reforma energética, ahí les va Rocío Nahle como secretaria de Energía.
Nahle fue la más vehemente opositora de la reforma energética en el Congreso, con el argumento de que era entregar el patrimonio nacional a compañías extranjeras.
Así es que, si tenían la idea de que López Obrador no tocaría la reforma energética porque eso les dejó entrever “en corto”, prepárense para una segunda expropiación y las consecuencias económicas que ello va a implicar… si gana.
Adiós a la reforma energética si AMLO llega a la Presidencia.
Esteban Moctezuma es una persona de primera, pero lo van a mandar a la SEP, luego de que ya está tomada la decisión de echar abajo la reforma educativa.
¿Qué puede hacer Moctezuma frente a una orden de su jefe de revertir la reforma? Revertirla, y no hay más que hablar.
En Comunicaciones y Transportes va a poner a Javier Jiménez Espriú, que durante su paso por la UNAM se le conocía como organizador de grupos de porros desde la Facultad de Ingeniería, en épocas de Echeverría como presidente.
Jiménez Espriú es uno de los que empujan la decisión de cancelar el nuevo aeropuerto y abrir uno donde no hay condiciones, en Santa Lucía.
Así es que los optimistas que creían que la cancelación del nuevo aeropuerto era solo un desplante de AMLO, ahí tienen a Jiménez Espriú en Comunicaciones y transportes. Un personaje de la época de Echeverría y con AMLO como jefe. Imagíneselo en la SCT.
La señora Sánchez Cordero, que va a ser secretaria de Gobernación, tiene el respeto y la consideración personal de todos quienes la conocen, menos del que va a ser su jefe: AMLO.
A ella y sus compañeros de la Corte, López Obrador la etiquetó como peón de Peña Nieto y de “la mafia del poder”.
El 30 de octubre de 2014 fue una de las tantas veces que AMLO insultó a Sánchez Cordero y demás compañeros de la Corte: “Si de por sí estaba en duda la honestidad de los ministros, ahora se ganen con creces que se les tache de vulgares corruptos. La historia los juzgará”.
¿Con qué decoro se va a oponer Sánchez Cordero, en reuniones de gabinete, a una decisión de su jefe el presidente, que la insultó una y mil veces cuando ella era ministro? Ahora va a ser su empleada
Malas señales. Peores de lo esperado. Es un gabinete de segunda división: el jefe no tendrá contrapesos.