
Legado de AMLO depende de Sheinbaum…, no de AMLO
La historia política de México está marcada por el dominio hegemónico del PRI durante el siglo XX, un partido que concentró poder mediante el control de instituciones, la cooptación de adversarios y la simulación democrática. Hoy, MORENA —nacido como alternativa a ese sistema— reproduce patrones preocupantes: no solo gobierna en 22 de las 32 entidades federativas, sino que controla la Cámara de Diputados, 60% de los congresos locales y las alcaldías clave del país. Este poder, lejos de traducirse en pluralidad, ha servido para desmantelar contrapesos y reconfigurar el Estado a su imagen. Estamos ante un nuevo ciclo de autoritarismo institucional.
La consolidación de MORENA se ha sustentado en una estrategia clara: eliminar cualquier contrapeso. En febrero de este año, el Congreso federal —controlado por el partido en el poder— consumó la extinción del Instituto Nacional de Transparencia (INAI), un organismo creado en 2002 como conquista ciudadana contra el hermetismo priista. Con su desaparición, México retrocede a un modelo de opacidad institucional: 92 mil solicitudes de información pública quedaron en el limbo, según datos de Artículo 19 (2024), y se perdieron 20 años de avances en rendición de cuentas. Pero el INAI no es un caso aislado: el INE y la CNDH, antes baluartes democráticos, hoy son dirigidos por perfiles afines al partido. Como advirtió Denise Dresser: «Morena no gobierna: ocupa el Estado. Y lo ocupa para vaciarlo» (El País, 2024).
La extinción del INAI no es solo un triunfo político: es un síntoma del proyecto hegemónico de MORENA. Sin acceso a información pública, se oscurecen los contratos de obras emblemáticas (como el Tren Maya), los acuerdos con militares, y los indicadores reales de violencia. Para Clara Jusidman, experta en políticas sociales, «es una jugada maestra del autoritarismo: sin datos, no hay debate; sin debate, no hay disidencia» (Animal Político, 2024). El mensaje es claro: en la «Cuarta Transformación», la transparencia es un estorbo.
La muerte del INAI confirma que MORENA no es el partido que prometió enterrar al PRI: es su reencarnación más peligrosa. Mientras el PRI simulaba democracia, MORENA la anula sin pudor: extinguir órganos autónomos, blindar al Ejecutivo y borrar huellas de su gestión son tácticas de un manual que ya conocíamos. La diferencia es que, esta vez, ni siquiera hay una oposición creíble para documentar el desmantelamiento. Ante ello, la resistencia depende de ciudadanos, periodistas y academias que, como en los años setenta, tendrán que hacer contraloría sin instituciones. La pregunta es ¿cuánto tardaremos en extrañar lo que hoy dejamos morir?
El crimen organizado controla grandes extensiones del territorio mexicano según el CISEN (2023), un avance que coincide con la política de seguridad de López Obrador: desmantelar cuerpos especializados, liberar líderes narcos y priorizar la «paz» sobre el Estado de derecho. Casos como la captura y posterior liberación de Ovidio Guzmán —que costó 29 vidas— revelan un Estado que negocia con el crimen en lugar de combatirlo. ¿Incompetencia o cálculo político? Organizaciones como México Evalúa apuntan a ambas: la estrategia de «abrazos» ha facilitado la infiltración de cárteles en gobiernos locales, como documenta El Universal en Guerrero y Michoacán.
La mayoría legislativa de Morena no se ha traducido en avances sociales sustanciales, sino en reformas que centralizan el poder. Su propuesta de elegir jueces por votación popular —un modelo arriesgado, como muestran casos en otros países donde facciones poderosas capturan la justicia—, sumada a la militarización de sectores civiles (puertos, aduanas) y al intento de extinguir órganos autónomos, dibuja un escenario donde el ejecutivo absorbe al resto. Como advirtió Lorenzo Córdova: “No se combate al PRI creando otro PRI”(Nexos, 2022).
El fracaso de la oposición en nuestro país no hace otra cosa que alimentar al monstruo en el poder. El declive de MORENA no ocurrirá por méritos de sus rivales. El PAN, atrapado en un conservadurismo religioso, ha perdido conexión con las juventudes; el PRI sigue secuestrado por figuras como Alito Moreno —investigado por desvío de más de 500 millones de pesos—; y Movimiento Ciudadano oscila entre alianzas oportunistas y un discurso vacío. Esta oposición, más ocupada en repartirse migajas que en construir alternativas, ha normalizado la hegemonía morenista. El resultado es un país sin contrapesos, donde 45% de los ciudadanos desconfía de todos los partidos (Latinobarómetro, 2023).
Ante este panorama, la única salida es una fuerza política que trascienda el «menos peor». No se trata de otro partido, sino de una alianza con los ciudadanos que:
1. Recupere lo público: Restablezca alianzas con universidades, sindicatos independientes y ONGs para fiscalizar el poder.
2. Desprivatice la justicia: Promueva jueces por mérito, no por lealtades partidistas.
3. Enfrente al crimen sin populismo: Combine inteligencia militar con proyectos productivos que le den trabajo a los pobres y marginados en lugar de dádivas que los someten y empobrecen cada día más.
4. Use el federalismo: Con alcaldías y gobernaturas como trincheras democráticas.
Las opciones son: trabajamos en torno a un nuevo proyecto o seguimos cayendo en el abismo.
México no puede permitirse otro sexenio de monopolio político. MORENA, al imitar al PRI, ha demostrado que el poder absoluto corrompe absolutamente. La tarea no es solo ganar elecciones, sino reconstruir un entramado institucional que sobreviva a los gobiernos en turno. Como escribió Octavio Paz: «La crítica no es oposición; es un acto de fe en lo que la democracia podría ser». Hoy, esa fe exige más que votos: exige ciudadanos dispuestos a defenderla.
La creación de un nuevo partido político viable requiere de la construcción de una estructura territorial sólida y liderazgos arraigados. Para evitar el destino efímero de proyectos como Fuerza por México (extinto en 2023 por no superar el 3%) o Redes Sociales Progresistas y Encuentro Solidario, es indispensable construir desde ahora una red de figuras locales: alcaldes con gestión probada, activistas comunitarios y profesionales independientes, empresarios, que tengan legitimidad en sus regiones; mexicanos y mexicanas que quieran participar para competir por los espacios de la política para cambiar al país desde ahí y no se conformen con la crítica en el café.
El objetivo es competir en 2027 para ganar suficientes espacios en el congreso federal para romper la mayoría absoluta de MORENA y crear un bloque de resistencia. Para lograrlo, estableceremos alianzas con colectivos urbanos y rurales, y vamos a movilizar al 40% de jóvenes que hoy no se identifican con ningún partido (Parametría, 2024). En 2027 México Nuevo, Paz y Futuro demostrará que puede ganar sin pactar con las cúpulas tradicionales, y sentaremos las bases para ser, en 2030, la primera fuerza de oposición real. En política, los árboles no crecen desde las raíces hacia arriba: se plantan una semilla en cada patio, y se riegan hasta que el bosque es imparable.
Insisto, para construir un partido político de oposición hoy y mañana en el poder para llevar a México a superar la situación actual de inseguridad, violencia, desapariciones, corrupción y para reconstruir la democracia, México Nuevo, Paz y Futuro, partido político en formación, estamos convocando a unirse como coordinadores en cada distrito federal y local, en cada municipio y en las 32 entidades federativas, a coordinar los trabajos para la construcción del partido y, una vez logrado este propósito, a conducir los trabajos rumbo al proceso electoral de 2027 donde podrán participar como candidatos en los 300 distritos federales y en las elecciones locales donde resulte procedente.