La Constitución de 1854 y la crisis de México
CIUDAD DE MÉXICO, 24 de abril de 2019.- La conclusión parece descabellada, sin embargo, la terca realidad se encarga, todos los días, de confirmarla.
Y es que para López Obrador –tanto en tiempos de campaña como en los primeros meses como presidente–, resulta más molesto, peligroso, indeseable y hasta intolerable un periodista y un medio critico, que un criminal.
El presidente Obrador cuestiona y difama todos los días a periodistas y medios críticos, mientras que no toca ni con el pétalo de una rosa a matarifes y bandas del crimen organizado que atemorizan de manera permanente al país entero.
A los delincuentes y criminales –sean de cuello blanco o cuello sucio–, el presidente les propuso una suerte de “borrón y cuenta nueva”, mientras que a periodistas y medios críticos los persigue mediante campañas de difamación, insulto y calumnias, sea en las mañaneras, sea en redes.
A los criminales el presidente les propuso una amnistía unilateral que ha cumplido a pie juntillas –al extremo de que en los primeros cuatro meses de gobierno no ha detenido un solo cabecilla criminal–, en tanto que durante ese mismo tiempo su gobierno presiona diario a empresas mediáticas para desemplear periodistas críticos.
En sólo cuatro meses, el gobierno de López Obrador ha prometido a los criminales que no serán perseguidos pero el presidente mismo persigue mediante el SAT a empresas mediáticas que no se pliegan al aplauso fácil y al elogio sin freno. También en este caso, el de la persecución por parte del SAT, el diario Reforma es perseguido.
Y, en el colmo de la persecución a las ideas y a la crítica por parte de un gobierno populista con tintes dictatoriales, el gobierno de Obrador ordenó congelar las cuentas de las empresas que elaboraron un documental sobre El Populismo en América Latina, mientras que el gobierno federal no ha congelado una sola cuenta bancaria de los barones del crimen y el narcotráfico.
Igual de delirante resulta que mientras que al arranque del gobierno de López Obrador el mismísimo presidente prometió que no habría persecución de criminales, paradójicamente arreció la persecución de periodistas y medios que cuestionan los excesos retóricos, las mentiras y la banalidad del gobierno de Obrador, que da tumbos sin ningún proyecto claro.
Y viene a cuento el tema porque apenas en la mañanera de ayer, López Obrador se lanzó de nuevo contra el diario Reforma –convertido en el más crítico de su gestión–, al que mandó un mensaje que resulta intolerable en toda democracia; le pide rectificar su línea crítica.
Luego que un periodista cuestionó la insensibilidad presidencial ante una masacre como la de Minatitlán –en donde incluso fue acribillado un bebé–, López Obrador respondió molesto que la prensa no le va a dictar la agenda, menos el diario Reforma y sentenció furioso: “Si sigue así ese periódico, va a terminar en un pasquín, ojalá y rectifique”.
Está claro que se trata de la nueva amenaza presidencial al diario que en los últimos meses se ha convertido en el más crítico del nuevo gobierno, junto con El Universal y El Financiero.
¿Y, por qué una amenaza?
Porque al buen entendedor, pocas palabras; resulta que el mensaje lanzado por el presidente contra el diario Reforma es idéntico al lanzado contra los periodistas que realizan la cobertura de las mañaneras: “Si se pasan ya saben lo que sucede”, en alusión a la persecución en redes.
Es decir, que si Reforma y otro medios no le bajan a la crítica, serán perseguidos con todo el peso del Estado. Una amenaza intolerable por donde se quiera ver.
En pocas palabras, asistimos a lo impensable; la guerra que lanza el presidente Obrador contra sus críticos; contra los medios y periodistas críticos, a los que el presidente considera más peligrosos que el propio crimen organizado.
Pero la persecución presidencial no es sólo contra Reforma. En los últimos días, el diario digital @ContrapesoC ha sido perseguido de manera sistemática por los bots presidenciales. ¿Por qué tal persecución?
Porque Contrapeso incomoda a Obrador por su línea editorial. ¿Por qué atacar a un modesto medio digital, si no le importa a nadie?
Y se equivoca de nuevo el presidente; los enemigos de su gobierno son las mentiras presidenciales, su incontinencia verbal, su ignorancia y su incapacidad para gobernar.
Al tiempo.