Dos meses de huelga, miles de asuntos pendientes
Libros de ayer y hoy
OAXACA, Oax., 29 de octubre de 2017.- Periódicamente se da línea en las altas esferas y hay correveidiles al servicio.
Pero cuando personajes y políticos en alzada asumen la orden abierta o tácita, no hay ninguna duda: se defienden intereses, se esperan favores y en medio priva un vasallaje que define al actuante. En esos momentos podrían renegar de su ser más querido.
¿Qué le hizo al señor Miguel Alemán, hombre rico, respetado en su medio, muy favorecido también de la política, exhibir a AMLO con las mismas palabras que diría un empleado del gobierno?
¿Qué ha inducido al señor José Antonio Meade hombre de muchos usufructos públicos para calificar a AMLO como cero “alternativa para el país? ¿por qué el petate del muerto de Venezuela y Norcorea cuando el fascismo apoyado por México campean en España, Argentina y Brasil?
¿Para qué enviar el mensaje del voto a favor de EPN en las elecciones del 2012, cuando nadie se lo ha preguntado o al señor Meade le urgía darlo?¿ tan vulnerable es su situación?
A estas alturas que salgan los señores Camacho, Gamboa, Lozano y ahora Cordero a repetir consignas, nos suena a morralla.
Está claro que desde todos los puntos de vista, frentes, candidaturas independientes, fraudes electorales, está en marcha un gran programa de conservación del presupuesto – que a eso se reduce en gran parte el poder-, y solo hay un obstáculo: AMLO.
Con las absurdas acusaciones -caso Sheinbaum-, que dejan fuera a verdaderos culpables del descuido escolar como Aurelio Nuño y la búsqueda de tipos movedizos, como se pretende englobar a gente del PT, se busca desprender del apoyo público al político tabasqueño e hilar burdo un asalto al poder.
Para eso tienen al INE y al TEPJF. Políticos que algunos consideraban prometedores caen en las garras del vasallaje y al subsumirse en el entorno de una voluntad, terminan por degradarse.
Puede ser el caso tan mencionado de Eruviel Ávila, ya el mapache señalado en los comicios de Edomex, que ahora encabeza las acciones oficiales para presuntamente tejer una maraña y hacer lo mismo en la capital.
La situación por los actos de corrupción denunciados ha llegado a extremos y es como si hubiéramos caído en las garras de un diablo cómplice. Las babas del diablo es a las que se refirió Julio Cortázar en uno de sus relatos de El perseguidor y otros cuentos (Pepsa Editores 1976) y no son, según dice, sino los hilos de la virgen.
Ya en otra ocasión lo hemos mencionado, su contenido es terrible y no tiene nada que ver con esas pequeñeces. Las utiliza como una metáfora, que tomó al vuelo Michelangelo Antonioni para hacer su famosa película a partir de este relato, Blow Up o deseo de una mañana de verano.
Encanta el manejo burlón y bromista con el que inicia el episodio el escritor de origen argentino nacido en Bélgica.
Toda una maestría literaria. Pero las bromas se tornan cautas, cuando el fotógrafo Roberto Michel, protagonista del relato, descubre la maraña maquiavélica que se teje en torno a un adolescente al que se pretende seducir, para entregarlo a un pederasta.
Una mujer es la que hace el trabajo. La maldad humana se exhibe en muchas dimensiones, fraudes incluidos, y en este libro se teje la historia de una agresión, “el andamiaje de baba”, como dice Cortázar, que los mexicanos hemos vivido muchas veces con los pederastas protegidos por el clero.
Son parte de los vasallajes de la impunidad que aplican funcionarios y políticos cómplices, para toda orden. Y ahora hasta empresarios.
Teresa Gil