Día 18. Genaro, víctima de la seguridad nacional de EU
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CIUDAD DE MÉXICO, 6 de abril de 2017.- Dado el largo historial injerencista de Estados Unidos, es imposible desestimar como una simple e inocua declaración la postura expresada el miércoles por el secretario de Seguridad Interna estadunidense, el general John Kelly, en contra de la posibilidad de que un candidato de izquierda pueda ganar la Presidencia de México en el 2018.
La postura del general Kelly –en obvia referencia a Andrés Manuel López Obrador– metió de lleno al gobierno de su país en el proceso sucesorio mexicano como no lo había hecho en público ninguno de los recientes gobiernos de Estados Unidos, y ni la aparente informalidad con la que lo hizo le resta seriedad a sus palabras y a la carga de amenaza que llevan consigo.
El momento en el que el general lanzó su advertencia fue provocado por el senador republicano John McCain, cuando el funcionario comparecía ante el Comité de Seguridad Interna del Senado, y refleja que en ese tema no hay desacuerdos entre los republicanos. “Tenemos un problema con México”, dijo McCain a Kelly, porque “hay mucho sentimiento antiestadunidense en México. Si la elección en México fuera mañana, probablemente se obtendría a un antiestadunidense de ala izquierdista como presidente de México. Eso no puede ser bueno para Estados Unidos”. “No sería bueno para Estados Unidos ni para México”, dijo en respuesta el secretario de Seguridad Interna.
Sin embargo, en lugar de perjudicar las aspiraciones de López Obrador, la expresión del funcionario estadunidense le favorecen justamente por el clima antiestadunidense que las políticas persecutorias del presidente Donald Trump han creado en México. Y si la relación de México con Estados Unidos era parte de la agenda de la campaña presidencial, ahora lo será con mayor razón y motivos.
Aunque se tardó un día en reaccionar, el secretario de Relaciones Exteriores, Luis Videgaray, parece haber detectado el riesgo de dejar pasar la postura del grupo en el poder en Washington, no sólo porque al final ayuda al dirigente de Morena, sino porque el silencio del gobierno habría sido interpretado como una alianza entre las autoridades mexicanas y las estadunidenses para frenar a López Obrador. Por eso, en una reunión que sostuvo este jueves precisamente con el general Kelly en la capital de Estados Unidos, según informó el mismo Videgaray a mediodía, le dijo al secretario de Seguridad Interior “que las decisiones electorales y la selección de autoridades en México corresponden solamente a los mexicanos”.
Es probable que el asunto no acabe ahí, sin embargo, pues pese a la respuesta de la cancillería, es un hecho que el gobierno de Estados Unidos tomó partido ya contra una de las fuerzas que lucharán por la Presidencia de México el próximo año. Hasta dónde está dispuesto a llegar el gobierno de Donald Trump en su posición puede medirse por el hecho mismo de que el secretario de Seguridad no se haya contenido ni utilizado un lenguaje diplomático frente a los senadores que lo interrogaban. Establecido el punto, la reacción del canciller Luis Videgaray sirve para ejercer un control de daños interno, pero no para detener a Estados Unidos.
López Obrador también percibió la oportunidad que le abrió John Kelly, pues quedó convertido en encarnación del sentimiento antiestadunidense, un regalo que en el contexto del gobierno de Trump sólo le puede atraer más simpatía entre la población. Antes que Videgaray exigiera a Washington respeto a las elecciones del 2018, López Obrador lanzó este día un mensaje a través de su cuenta de Facebook y manifestó que la relación que su eventual gobierno establezca con Estados Unidos “será de amistad y cooperación, pero no de sometimiento. Somos un país libre y soberano”. Dijo también que “debe quedar claro que no somos antiestadunidenses; ese pueblo merece nuestro respeto y ha tenido gobernantes ejemplares, como el presidente Roosevelt, muy diferente a quienes quieren resolver los problemas sociales con muros, persecución y el uso de la fuerza”. Un mensaje mesurado que le sirve para capitalizar la coyuntura.
A partir de la admonición de John Kelly, pues, el proceso político y la elección presidencial del 2018 ya no serán iguales. Con su veto, Estados Unidos le dio más fuerza a López Obrador.