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OAXACA, Oax., 25 de marzo de 2018.- El Domingo de Ramos, cuando la comunidad católica recuerda la entrada de Jesús de Nazaret a Jerusalén, en Juchitán, Oaxaca, se convierte en un encuentro entre vivos y muertos… Como parte de esta tradición ancestral, los zapotecas visitan en el panteón municipal las tumbas de sus familiares fallecidos… Aún dolidos por la desgracia que dejó el sismo de 8.2 grados en septiembre pasado, los juchitecos mantienen viva su fe. Los zapotecas recuerdan a sus fieles difuntos, conservando así un singular sincretismo religioso… Las tumbas son adornadas con flores, veladoras y fotografías del difunto. La familia se reúne en torno a la tumba para estar más cerca de sus fieles difuntos… Aquí, los familiares y amigos platican las anécdotas del difunto, mientras degustan de bebidas, dulces y platillos típicos… Doña Lugarda, es hija del general Heliodoro Charis Castro, un ilustre juchiteco que participó en la Revolución Mexicana y fomentó la educación en Juchitán. Doña Lugarda visitó este Domingo de Ramos la tumba de su padre… Herlinda y Celsa también adornaron y visitaron la tumba de sus familiares ya fallecidos… En el panteón, los zapotecas igual cantan y lloran al recordar a su ser querido… El panteón municipal es abarrotado por miles de personas para convivir con sus muertos hasta altas horas de la noche… La etnia zapoteca, es la única del país que inicia la Semana Santa conviviendo con sus muertos con la misma fe que otros pueblos de México lo hacen en la temporada de Todos Santos…